ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


ABC de Sevilla, 11 de noviembre  de 2021
                               
 

Lápidas recicladas

En la construcción del hotel Radisson de La Magdalena desapareció la lápida que recordaba a Martínez Montañés, enterrado en la iglesia cuyo derribo dio lugar a la plaza actualmente desfigurada y desnaturalizada en su primitiva concepción romántica. La parroquia de la Magdalena, tras la demolición de su templo, pasó al Convento de San Pablo, por lo que a esta antigua iglesia dominica muchos le siguen llamando "de la Magdalena", como la plaza resultante del derribo de su templo. Lo que tendrían que hacer los académicos de Bellas Artes en pleno fregado de la guerra civil, que en 1937 acordaron colocar una lápida en memoria del "dios de la madera", con este texto: «Juan Martínez Montañés yace sepultado en esta plaza, antigua iglesia parroquial de Santa María Magdalena, y tuvo el taller de sus famosas esculturas en casas cercanas a dicho templo. La Academia de Bellas Artes Santa Isabel de Hungría dedicó este homenaje a la memoria del insigne imaginero en el año del Señor del 1937».

Montañés murió en la gran peste que asoló a Sevilla en 1649 y no se sabe dónde están sus restos. Por eso la placa colocada por la Academia era como un desagravio a los que no se acordaron de Montañés cuando derribaron la iglesia de la Magdalena. En las obras del hotel desapareció la lápida, como tantas otras se han perdido en los derribos de Sevilla. Que yo me acuerde ahora, la que señalaba el nacimiento del pintor Sánchez Perrier en la esquina de la Avenida con Sánchez Bedoya. La lápida de Montañés estaba abandonada, me parece, en unos almacenes municipales, como tantos vestigios del pasado, hasta que surgió la reclamación ciudadana de reponerla. Y entonces fue cuando se descubrió que el reciclaje de materiales no es algo nuevo, que ya era corriente en 1937. Porque, las cosas de Sevilla, para grabar la lápida de Montañés se utilizó el reverso de otra anterior, colocada en 1907, dedicada por los alumnos de la Escuela Superior de Artes Industriales y de Bellas Artes a su profesor, el catedrático y académico Vicente Pitaluga y García. Paradójicamente, Pitaluga, actualmente borrado del mapa, fue académico numerario de Santa Isabel de Hungría desde 1907 a 1920, por lo que como dice Andrés González-Barba "sería bien conocido por muchos de los componentes de la corporación de 1937". ¿Qué pasó? ¿Que Pitaluga era rojo y por eso, en pleno fervor de la guerra civil, los académicos quisieron literalmente borrar su nombre de la Historia? En 30 años, Pitaluga pasó del homenaje al olvido y su nombre quedó destinado a la mezcla que fijaría la placa a Martínez Montañés en una pared en La Magdalena.

Son las cosas de Sevilla. El olvido de personajes que hicieron mucho por la ciudad y que, por ejemplo, pierden el nombre de la calle que le dedicaron, por revancha política o simplemente por ignorancia o por modas. Como se ha estudiado el reverso de la lápida de Montañés podríamos hacer un catálogo de nombres de sevillanos ilustres que perdieron su calle a beneficio de otro que interesaba más, pasados los años. En el mármol reciclado de La Magdalena habita ese olvido.

 

Correo Correo Si quiere usted enviar algún comentario sobre este artículo puede hacerlo a este correo electrónico

         

 

 

                                      Correo Correo            

Clic para ir a la portada

¿QUIÉN HACE ESTO?

Biografía de Antonio Burgos


 

 

Copyright © 1998 Arco del Postigo S.L. Sevilla, España. 
¿Qué puede encontrar en cada sección de El RedCuadro ?PINCHE AQUI PARA IR AL  "MAPA DE WEB"
 

 

 


 

Página principal-Inicio