Me parece que Pedro Sánchez no se lo perdonará en la vida al director del Plan de Emergencias Volcánicas de Canarias (Pevolca), don Julio Pérez. ¡Lo que hubiera dado ese Sánchez por salir en un "aló, presidente" de los suyos de TV y anunciar, en plan Parte de la Victoria: "Lo que hoy quiero decir se puede resumir en cuatro palabras: `La erupción ha terminado´." Claro que Sánchez no lo habría resumido en cuatro palabras la cuestión tan esperada y tranquilizadora, sólo habría anunciado que al día siguiente tenía que ir otra vez para hacernos saber lo que muchos estaban esperando hacía mucho tiempo. O habría añadido que el final de la erupción del volcán de Cumbre Vieja había sido gracias a la cogobernanza que había concedido su Gobierno para que no lo metieran en líos y que cada palo de las autonomías aguantara su vela. Esas cuatro palabras son las que muchas veces dijo Sánchez sobre el covid, que lo habíamos vencido, y fíjense cómo estamos. O sobre el precio de la luz, y ya verán la factura del mes que viene, cómo no se parece ni por el forro a la que dicen.
A Sánchez le ha gustado tela el volcán, como a tantos turistas que iban a admirar el espectáculo de la Naturaleza rebeleda, sin pensar en la desgracia ajena de los que lo habían perdido todo en los avances de la lava ladera abajo. Tanto le ha gustado el volcán a Sánchez, tanto avío demagógico de que se ocupaba de las cosas y no les largaba el mochuelo a la autonomía canaria, que hasta ¡ocho veces! ha ido en el Falcon a la isla de La Palma. ¿Recuerdan alguna otra catástrofe natural, Filomena, incendio o Dana a la que Sánchez haya ido ocho veces, ocho? Y siempre prometiendo...y gastando keroseno de aviación, Superpuma hasta Torrejón desde La Moncloa y cáterin a bordo. ¿Cuántas casas podrían haberse construido para los palmeros que se quedaron sin ella por culpa del volcán, que se las engulló, con lo que habrán costado esos ocho viajes de Sánchez en Falcon a La Palma para nada? Me acuerdo de la historia del embajador británico y los manifestantes por "Gibraltar Español" a quien el ministro de Gobernación, como se llamaba entonces el de Interior, le ofreció más guardias para proteger la legación: "Mejor que en vez de más guardias me mande usted menos manifestantes, señor ministro". Los palmeros tendrían que haber dicho lo mismo a Sánchez: "Mejor que tanto venir a prometernos ayuda es que nos mande esas ayudas de verdad"
Muchos están esperándolas todavía, a pesar de tanta promesa de todas las instituciones. Lo único positivo de las cuatro palabras de la victoria es que ya sólo nos quedamos en los telediarios con la deprimente información sobre el covid y el ómicron, nos evitamos la pena de ver cómo la lava y la negra ceniza se tragaban, con las casas, hasta los recuerdos de toda una vida, y con las plataneras, la primera fuente de riqueza de la Isla Bonita. Tarde o temprano, Sánchez acabará apuntándose el tanto de haber apagado el volcán. Ya lo verán. Aunque diga que ha sido soplando, como si fuera la vela de una tarta de cumpleaños.
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