ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


ABC de Sevilla,  7 de enero  de 2022
                               
 

Día Nacional del Descambio

Igual que se celebra el Día Mundial de los Resfriados Mal Curados, y el Día Mundial de la Gamba Blanca, y el Día Mundial del Cuñado, la ONU o el organismo que se dedica a establecer estas chorradas debería señalar el de hoy como Día Nacional del Descambio. ¿Usted vio cómo estaban las tiendas del centro y los grandes almacenes (o sea, el Cortinglés) en vísperas de los Reyes, comprando la gente los regalos de última hora o buscando los padres ese juguete que anunciaban en la tele y que se había agotado en todas partes, como suele ocurrir hasta cuando no hay problemas de camioneros y desabastecimientos? Bueno, pues más llenos están hoy muchos comercios, pero no con la gente comprando regalos, sino con los defraudados y desilusionados regalados descambiando lo que le trajeron los Reyes, porque le está chico, o le está grande, o no funciona, porque no era exactamente el color que buscaban y que pusieron en la carta verbal al familiar que se lo regaló.

Los Reyes Magos, con lo mayorcitos que son, que anda que no cobran trienios, deberían tener mayor experiencia en acertar con tallas, colores, modas. Porque hay que ver lo que se equivocan a la hora de traer los regalos. Tanto, que ayer, tras la noche de la Ilusión, fue la Mañana de la Desilusión, al encontrarse los niños con los juguetes o al recibir con la visita de esos amigos el presente que nos traían como Reyes de la amistad. Qué cantidad de frustraciones en los chavales. Hay niños que lloran al abrir el papel de envolver regalos, tras romperlo con impaciencia en mil pedazos. Pero no lloran por la emoción de encontrarse lo que pidieron en la carta, sino porque...¡ese no era el modelo de consola que pidieron! O por algo tan simple pero ayer tan complicado como unas pilas. Los Padres-Reyes creían que el juguete traía las pilas en el paquete y resulta que no, y en la casa no hay ninguna. Y aquí me los tiene usted a las 9 de la mañana del Día de Reyes, viendo dónde pueden encontrar cinco pilas tamaño AAA, hasta que las encuentran en una tienda de los desavíos o en los chinos que nunca cierran.

Los Reyes Magos, con lo mayorcitos que son, no se enteran que la talla del chaleco de Rocío es la M, no la S, y que las babuchas de piel del abuelo son del 43, no del 41. A descambiar se ha dicho. ¡A la cola, que está sola! Lo peor es que ir a descambiar no asegura que haya la talla que se busca, que sólo queda la XL. Y la pregunta de la abrumada dependienta, que no sabe cómo atender tanto descambio, y que acaba con todas las ilusiones:

-- Si quiere le doy un vale para que venga otro día por otra cosa.

Pero Rocío se queda si ese chaleco que tanto le gustaba, y que su tía le eligió precisamente en su color preferido, el que más juego le hace, vamos si se queda... Son los perjuicios del Día Nacional del Descambio. Palabra "descambiar" que me parece (¿no, querido profesor Narbona?) acepción estrictamente sevillana, porque la del DRAE ("deshacer un cambio") se queda corta. Lo que por ahí es "devolver", aquí es descambiar. Tanto es así, que si no le ha gustado usted este artículo, puede ir al quiosco y se lo descambian por otro de Ignacio Camacho. Como está mandado en esta fecha.

 

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