ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


ABC de Sevilla,  1 de marzo  de 2022
                               
 

Sin aceras

Debe de ser la moda de lo "sin": sin azúcar, sin cafeína, sin gluten, sin alcohol, sin colorantes, sin conservantes. A Sevilla ha llegado la moda de dejar a las calles "sin" aceras. No sé si han fijado, pero por el centro apenas quedan aceras, con la costumbre de convertirlo todo en vías de "plataforma úni ca". Primero vino la máquina de estrechar calles de Monteseirín . Calle que cogía, calle que de momento dejaba sin aparcamientos de superficie y después le hacía un estrecho desfiladero por donde habían de pasar los coches en obligada caravana y, ay, de ti como te cogiera delante un coche de caballos o algo más desesperante: el camión de Lipasam de recogida automática de contenedores de basura, que con puntería envidiable los va cogiendo y subiendo y vaciando con una especie de doble grúa a modo de garfio.

Con esos desfiladeros de coches con la máquina de estrechar calles resultaban unas aceras anchísimas, descomunalmente anchas, demasiado, que no había peatones suficientes para llenarlas, pero que al final le han dado el avo a la Fiel Hostelería en los momentos más angustiosos de la pandemia y las restricciones, dejando amplio espacio para veladores. O sea, que no hay mal que por bien no venga, y que se lo pregunten al dueño del bar que se ha salvado gracias al pedazo de acera anchísima que le dejaron al estrechar la calle, de modo que había que importar peatones de los pueblos para poder llenarla, o paradas de motos, o de bicicletas de alquiler, algo para sacar utilidad a tanto espacio robado al automovilista que no encuentra donde aparcar el coche desde entonces, con lo bien que lo dejaba antes debajo de su casa.

La acera da origen a un curioso desdoble significante. Por asimilación de las vocales iniciales, cuando dices "la acera" pueden creer que te estás refiriendo a la "cera" de las velas, la que chorrea del cirio de los nazarenos. Por eso en Sevilla creamos la voz de "acerado", para que no hubiera confusión; igual que decimos "cacería" por "caza", para distinguirla de "casa", de hogar. Decías "acerado" y ya no habí a confusión posible entre la cera de las velas y la que el DRAE define como "orilla de la calle o de otra vía pública, por lo general ligeramente elevada y enlosada, situada junto a las fachadas de las casas y particularmente reservada al tránsi to de peatones". A esta voz pronto en el Diccionario le tendrán que poner, por lo que respecta a Sevilla, la aclaración de "arcaísmo". Porque no van quedando aceras. Porque están acabando con las pocas que hay, y el Andén del Ayuntamiento es ya casi una pieza de museo. Contaba Alberto García Reyes su aventura de aparcar y circular en Sevilla en mañana de maratón. Eso no es nada comparado con el maratón municipal de obras. Donde menos te lo esperas, te encuentras con una calle cortada, levantada toda en obras. ¿Para qué? Seguro que para quitar las aceras. Deberían dejar alguna como Historia. Para enseñársela a los turistas: "Y esto es una cosa que había antes por toda Sevilla y a la que llamaban acera".

 

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