ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


ABC de Sevilla,  3  de marzo  de 2022
                               
 

El Pregón de Julio Cuesta

Todo es rarito en esta próxima Semana Santa que esperemos no sea arrasada por otra ola de covid que surja durante la Cuaresma, ni por las consecuencias de la guerra de Ucrania, que cada vez me hace pensar más en las predicaciones civiles de El Pali: "Lo que hace falta son menos misiles y más pavías". Todo es rarito porque en este año de desgracias de 2022 vamos a escuchar el pregón de la Semana Santa del 2020. Sí, el de Julio Cuesta, que no dudo que lo hará estupendamente. Hombre, tiempo para prepararlo sí que ha tenido. Cuando lo nombraron merecidamente como pregonero nadie pensaba en los males del siglo que se nos iban a venir encima. Todos lo felicitamos y me parece que hasta recibió las tradicionales tapas de plata repujada, cuando vino el estado de alarma y no "se acabó lo que se daba": se acabó lo que no llegó a darse y nos quedamos sin pregón, porque también nos quedamos sin Semana Santa de 2020, con la ciudad no sólo "desierta y en calma" como dice la Ronda del Jueves Santo, sino vacía, cerrada y muerta. Me imagino que Julio Cuesta guardó su pregón y esperó que le respetaran el sitio. Que no ocurriera como en esas citas de centros oficiales en las que, si no llegas a tiempo, pierdes el turno de las maquinitas espantosas que ahora dan la cita en casi todos sitios, bancos incluidos. Suerte que tuvo Julio que le guardaron el sitio, porque sabiendo cómo se las gasta Sevilla, no me hubiera extrañado nada que hubieran corrido la lista de espera, y que para el año siguiente hubieran pensado ya en otra persona, de las muchas que hay deseandito de recibir la llamada del Consejo. Ya se sabe: cada sevillano lleva en su cartera un pregón de Semana Santa como dicen que cada soldado de Napoleón llevaba en su mochila el bastón de mariscal.

Y llegó el año 2021. Y siguieron las restricciones y el canguelo que le tenemos todos al dichoso virus que ha arruinado nuestra economía y ha terminado poniendo los precios por las nubes y creando miles de parados de empresas que no tuvieron más remedio que cerrar. Y tampoco hubo Semana Santa, para nostalgia de todos en el tiempo de los naranjos en flor, que nos decíamos en aquellos días:

-- Ahora iría El Porvenir por el Parque...

Y Julio Cuesta, claro, tampoco dio el pregón. Porque no había nada que pregonar. ¿Qué fue del guardado texto en todo este tiempo, en estos tres años? Tengo curiosidad por saberlo, ahora que ya se conoce que, por fin, va a haber pregón y Semana Santa, aunque con todas las precauciones. ¿Lo ha corregido Julio Cuesta? ¿Es el mismo que iba a pronunciar en 2020? Cuando este año recibió en su casa, según es costumbre protocolaria, a las autoridades, ya era otro el alcalde, otro el arzobispo, nada era igual. Ya ni siquiera son iguales los salones de la Fundación Cruzcampo, donde Julio acogió tantísimos actos cofradieros y convidó a piscinas de espumosa. Espero que el Domingo de Pasión, dentro de un mes, Julio Cuesta pueda dar por fin su Pregón de los Aplazamientos. A la tercera suele ir la vencida. Y vencerá y convencerá en el atril, con su conocimiento de las cofradías y con su experiencia. ¡Suerte, pregonero!

 

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