ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


ABC de Sevilla,  13 de marzo  de 2022
                               
 

Morante y la Ponferradina

Aseguran que la Fiesta de los Toros va hacia su normalización. Dios les oiga. Ya ha comenzado oficialmente la temporada con la feria de Olivenza, el chupinazo de los carteles interesantes, y por vez primera en dos años las Fallas de Valencia tendrán su ciclo taurino de la categoría que se merece la ciudad. Me parece que todos estos festejos se celebrarán a aforos completos, no van a ser menos las plazas de toros que los campos de fútbol, donde es como si nunca hubiéramos padecido la pandemia.

Gracias a los que han mantenido la llama de la afición y han cuidado la Fiesta en las más adversas circunstancias, como la Fundación Toro de Lidia, a pesar de la cantidad de ganaderías de bravo que han tenido que enviar todas sus reses al matadero y han puesto el hierro en un museo familiar, parece que este año tendremos una temporada con la Tauromaquia más o menos normalizada. José Antonio Morante de la Puebla anuncia que ha firmado ya más de cien corridas, lo que es toda una marca, sólo superada en aquellos tiempos en que no había progresismo prohibicionista de los toros, ni ciudades con sus plazas cerradas por la decisión municipal de no permitir los festejos. En el caso de Cataluña, más que como consecuencia del animalismo ecológico y la monserga del maltrato, por ir contra un símbolo de España. Y en Asturias, no sé a qué responde que no pueda haber toros en Oviedo.

Los que entienden y saben, y los taurinos profesionales, dicen que el enemigo de la Fiesta está dentro. No, está en que los toros ya no están de moda, se consideran algo desfasado y pasado de tiempo, no interesa a la sociedad y la verdadera Fiesta Nacional es el fútbol. Y prueba de ello es algo que, como aficionado, me preocupa: lo difícil que es enterarse por la radio de cómo ha resultado una corrida en cuyo cartel o ganadería tenías interés en estar informado. La radio incluye el fútbol en todos sus boletines informativos, pero no hay forma de enterarte de cómo han estado los toros en tal o cual plaza donde se celebraba, quizá, una corrida de campanillas con gran expectación. Una de las cien que ha firmado Morante, pongo por caso, o cómo han quedado esos diestros emergentes que han surgido a pesar de la crisis y del escaso número de espectáculos que se han dado en estos dos últimos años, y que han venido a demostrar la pujanza de la fiesta a pesar de todos los inconvenientes. Oyendo los boletines de la radio no he conseguido enterarme de cómo ha estado una corrida determinada por la que tenía curiosidad, mientras no faltan nunca los resultados de los partidos de fútbol. Ya digo: por la radio no te enteras de cómo ha estado Morante, pero no hay boletín que no dé el resultado de la Ponferradina. Tanto es así, que, cuna de mi querido Luis del Olmo aparte, le estoy cogiendo afición y simpatía a la Ponferradina, de tanto oír por la radio cada fin de semana los resultados de sus partidos, ora frente al Mirandés, ora ante el Amorebieta. Es que no falla. No hay boletín de radio sin que hable de la Ponferradina, mientras que de las grandes feria taurinas, ni palabra.

 

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