ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


ABC de Sevilla,  24 de marzo  de 2022
                               
 

El Arenal gana una cofradía

No, no es una cofradía de nueva planta, de las que hay en lista de espera, al aguardo de que Palacio las apruebe como hermandad de penitencia. Es una vieja cofradía antigua, rescatada por el ánimo y devoción de un grupo de jóvenes de la parroquia del Sagrario: el Cristo de la Corona. Por las obras de restauración de dicha parroquia, sede canónica de esta singularísima cofradía de vísperas, este año cambia su recorrido el Viernes de Dolores y, por así decirlo, vuelve a su ser. Al corazón de la demarcación de feligresía de la parroquia del Sagrario. Hasta esas obras, la Hermandad de la Corona salía de la parroquia por la Puerta del Perdón, atravesando el Patio de los Naranjos y siguiendo por las Gradas hasta alcanzar el nivel de la calle Alemanes. Y seguía luego un itinerario que se metía más bien por la feligresía del Salvador, por Placentines, por Francos, hasta llegar a la Plaza Nueva y de allí, por la Avenida de la Constitución ya preparada con sus sillas y barandas como carrera oficial, buscar la entrada de nuevo por la Puerta del Perdón. Donde se producía uno de los momentos más íntimos y emocionantes de todas las cofradías de vísperas y hasta estoy por decir que de gran parte de la Semana Santa.

Con su empaque de cofradía antigua de silencio, con su Nazareno de la Corona del siglo XVI que porta la Cruz al revés, el Patio de los Naranjos, paraíso cerrado para el público y sólo abierto a la hermandad y a sus devotos, era el Viernes de Dolores un trozo imborrable de lo que ocurre en estos días del gozo. Ahí era nada: ver avanzar en completo silencio, sólo roto por alguna señal horaria en el reloj de la Catedral, a un cortejo brevísimo y único por el Patio de los Naranjos, entre los árboles florecidos, con la Giralda iluminada al fondo. Irreal parecía todo y junto con la llegada de los Armaos a San Lorenzo en las vísperas de la Madrugada era de esos minutos que habría que elegir si te dieran a escoger ver sólo dos o tres momentos de la Semana Santa.

Pero este año, a causa de las obras del Sagrario, no habrá esta intimidad emocionante del Señor de la Corona y sus nazarenos de ruán y silencio por la soledad del Patio de los Naranjos. Establecida provisionalmente en la Catedral mientras duran las obras, saldrá y entrará por la Puerta de los Palos. Pero en vez de tirar hacia El Salvador, como otros años, el Cristo de la Corona hará en su vuelta algo que le pertenece: recorrerá la feligresía del Sagrario, como una cofradía más del barrio del Arenal que en realidad es. Será novedoso verla por Fernández y González, García de Vinuesa, la Puerta del Arenal, la capilla de la Carretería, Rodo, Dos de Mayo, la capilla de la Virgen del Rosario de las Aguas, el Postigo del Aceite, la capilla de la Pura y Limpia... Arenal puro. Y visita a las hermandades hermanas de la parroquia del Sagrario. Nos vamos a perder la Hermandad de la Corona por el Patio de los Naranjos en el silencio impresionante de la soledad de su entrada, pero El Arenal va a ganar una hermandad más del barrio, con el mismo marchamo de sevillanìa que El Baratillo, la Pura y Limpia o la Sacramental del Sagrario.

 

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