ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


ABC de Sevilla,  19 de octubre  de 2022
                               
 

Málaga versus Sevilla

Con la de años que llevamos de autonomía, no hemos conseguido en Andalucía algo que hubiera debido ser lo primario en la consecución del autogobierno de la región: la desaparición de la absurda rivalidad entre provincias, la pugna y recelos entre ellas, las mutuas acusaciones, y su sustitución por los grandes objetivos comunes. No creo que en ninguna otra autonomía. Ni en Cataluña ni en Vascongadas, se haya perpetuado y acentuado este enfrentamiento entre provincias. Es lo que más me ha sorprendido y, si quieren, dolido del reciente lance del avión a Nueva York. (Que, además, no es a Nueva York, sino a Newark, que ni siquiera pertenece a ese Estado, sino a New Jersey, y está al otro lado del río Hudson, no del Est River, que es por donde se pasa cuando se va hacia la ciudad desde el JFK, el aeropuerto Kennedy. Ir a Newark, aunque sea a su Aeropuerto Internacional Libertad, no es lo mismo que a Nueva York, al menos contemplado desde nuestra imagen de la ciudad de los rascacielos, creada por tantas horas de películas y de series de TV, que Times Square sale en la pantalla muchas más veces que la Puerta del Sol.)

Me ha preocupado este provincianismo del habitual enfrentamiento entre Málaga y Sevilla. La sensación transmitida ha sido como si Málaga le quitara la cartera a Sevilla en forma de vuelo a Nueva York. Como en "Casablanca" se esperaba como una esperanza el avión a Lisboa, aquí hemos concentrado simbólicamente muchas en ese vuelo directo a Nueva York. Y ha quedado, una vez más, abierta la herida entre las dos grandes ciudades andaluzas, siempre en plena competencia por la primacía turística, económica, museística, espacial, de innovación, de infraestructuras. Es más: con los años me parece que se ha acentuado este enfrentamiento realmente fratricida entre Málaga y Sevilla. Cuando Moreno Bonilla ganó las elecciones, a muchos sevillanos les pareció mal que en su equipo de gobierno y en los organigramas de las consejerías figurasen tantos políticos procedentes de Málaga, como el propio Juanma. Vuelta de hoja del mismo resentimiento de cuando empezaba a andar la autonomía y desde el resto de Andalucía, y especialmente desde Málaga, se acusaba a la Junta de "centralismo sevillano". Algo se olieron ya los impulsores del régimen autonómico, cuando en los primeros pasos de la redacción del Estatuto llegó a pensarse en Antequera como capital de Andalucía, no sólo por estar en el centro geográfico de la región, sino para evitar susceptibilidades entre Sevilla, Málaga y Granada, que no la hemos mentado, pero donde se tienen estos mismos sentimientos contra nuestra ciudad. O más.

¿Y Sevilla, cómo ve esto? Pues Sevilla ve que, como el avión de Nueva York, muchos grandes proyectos despegan y la dejan en tierra. Y No Passsssa Nada. De los túneles de la SE-40 a la Línea 3 de Metro, cualquier otra ciudad tendría ya lo que Sevilla perdió con su habitual resignación. El provincianismo absurdo y suicida de la inquina contra Sevilla se basa fundamentalmente en nuestra indolencia ante todas las oportunidades que, como el avión de Nueva York, nos vuelan, y nos conformamos con el tranvibús y otros inventos sin gaseosa.

 

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