ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


ABC de Sevilla,  23 de octubre  de 2022
                               
 

Ni González que lo parió

Ha pasado a los repertorios de frases célebres la de Alfonso Guerra tras la victoria electoral del PSOE el 28 de octubre de 1982, cuando enmudeció la lira del centrismo, agotado el tesoro del fundamental papel de UCD en la Transición, y Calvo-Sotelo convocó elecciones anticipadas tras no poder aprobar los presupuestos. Guerra dijo entonces lo suyo de que iban a dejar a España que no la iba a conocer "ni la madre que la parió". Y con el paso de los años me parece que la frase debe ser cambiada de objetivo. O por lo menos, ampliada. No sólo a España no la conoce ni su madre, sino que a quien no conoce ahora ni González que lo parió es al Partido Socialista Obrero Español de Sánchez.

La pregunta del millón de votos: ¿es el PSOE de Pedro Sánchez, el que pacta con todos lo que quiere destruir cuanto se logró en España de 1975 a 1982 y años siguientes, el mismo que ganó por mayoría absoluta las elecciones hace 40 años, dando inicio al felipismo? ¿No ven en la distancia que Felipe González se toma en muchos de sus juicios sobre la actual situación de España como una constatación de que este partido poco tiene que ver con aquel, que este radicalismo nunca hubiera llevado a González y a Guerra a la ventana triunfal del Palace, en el acertado símbolo de Fernando Jáuregui con su libro? ¿No habría quien tiraría desde esa ventana del Palace a muchos de los que usan en vano las siglas del PSOE y son otra cosa? Sánchez se quiere ahora adjudicar un triunfo que no es suyo. No fue suyo nunca. Con el modelo actual de PSOE y su praxis, González nunca habría llegado al poder con la complacencia de todos los españoles, hasta de los que no lo habían votado, y nada digo con el respiro de Estados Unidos y de Alemania, que veían así alejarse el peligro de un Partido Comunista triunfador en España, tras la experiencia de la revolución en Portugal.

Tomo la moviola de la historia de los partidos que le hicieron frente a la dictadura de Franco, y me veo asistiendo a una rueda de prensa en el despacho laboralista de la calle Capitán Vigueras de Sevilla, en la que González anuncia que ha ganado el congreso de Suresnes y es el nuevo secretario general de un partido que aún tiene a hermanos separados en el exilio, el llamado "PSOE histórico", frente al socialismo del interior, al que llaman "sector renovado". Me arriesgo a hacer una reescritura de la Historia. El "sector renovado" ahora es el de Sánchez; sólo que sin un hombre de Estado al frente, como fue González en aquellos entonces: sólo un ego aferrado al poder a cualquier precio, al aumento del gasto público y al Falcon. Y el "sector histórico", no es el de los nostálgicos de Llopis exiliados en Francia y alejados de los problemas de España, sino aquel PSOE triunfador de la ventana del Palace, que trajo el cambio de España tras la complicada y delicada Transición. Muchos que desde entonces viven del poder y sus tramas de intereses tienen mucho que celebrar el 28 de octubre. España tiene poco que celebrar. Y mucho que lamentar: que no se mantuviera en su moderación, sensatez, patriotismo y concordia aquel PSOE que fundaron cuatro abogados sevillanos en un despacho laboralista. Desgraciadamente para nuestra hora, el PSOE que ganó hace 40 años no era el actual de Sánchez.

 

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