ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


ABC de Sevilla,  10 de noviembre  de 2022
                               
 

Adoquines en el Parque

Me parece que lo de la "marea negra" lo inventamos en Sevilla, mucho antes que la Costa de la Muerte de Galicia fuese embadurnada con el chapapote del "Prestige". La "marea negra" sevillana fue en los años 60 y 70 del pasado siglo, cuando se acababan de quitar los tranvías y la ciudad fue entregada a los automóviles: se podía circular por la calle Tetuán, aparcar en El Salvador y había un estacionamiento en la Plaza de San Francisco, vigilado por los guardacoches de la ANIC (Asociación Nacional de Inválidos Civiles).

Basta observar fotografías del primer tercio del siglo XX para ver que gran parte de las calles de Sevilla no estaban pavimentadas. Salvo las del centro y las rondas, muchas eran un lodazal: barrizal en el invierno, polvareda en el verano. Las principales vías estaban adoquinadas. Con adoquines de Gerena. Que eran los más resistentes a las llantas de hierro de las ruedas de los carros, y no se estropeaban con la circulación de mercancías. Pero con la motorización se vio que ya no eran necesarios los adoquines, porque no había carros que pusieran a prueba su resistencia. Todos eran coches "charolados y neumáticos" como en el verso de Gerardo Diego. Y fue entonces cuando al Ayuntamiento se le ocurrió poner el pavimento de la ciudad a la medida del triunfante automóvil, en aquella España en la que todo el mundo o tenía un Seiscientos o quería tenerlo. El asfalto recubrió las calles sin quitar los adoquines. Como en la frase del Mayo Parisino del 68, bajo de la Sevilla del asfalto estaba la Sevilla del adoquín, de la torera y cantera tierra de Gerena.

Hasta las vísperas de la Expo, en que se le tomó manía al adoquín clásico, que dio paso a la muy frágil losa de La Serena gris. Persecución del adoquín que ha llegado hasta nuestros días, en que gracias a unos pocos sevillanos con paladar, ha surgido una corriente para recuperar los que no se llevaron los anticuarios o fueron tirados a los vertederos. (En la calle Hernando Colón pueden ver cuanto describo: allí tienen las vías del tranvía que quitaron y los viejos adoquines.)

Adoquines que vuelven. Pero dónde vuelven... Donde menos pegan. Al Parque. Parque que en la moda de la "marea negra" también fue asfaltado, pues estaba abierto a la circulación de automóviles, incluso las plazas de España y de América. En el Parque, el asfalto sustituyó a los paseos de albero, tan hermosos con la arena nueva cada primavera. Muy bien levantado ahora el asfalto del Parque. Pero tenían que haberlo debajo con sus avenidas de albero. Hubiera sido especialmente hermoso en la avenida de Rodríguez Caso, la de los maravillosos magnolios, de Marineros Voluntarios a la Plaza de España. Aquello ahora, como las avenidas del Conde de Urbina y del Conde de Colombí, lo van a adoquinar con los sobrantes de adoquines que arrancaron de la Sevilla clásica "como la uña de la carne", que dice el Poema del Cid. Quizá de otra forma estos adoquines se perderían. Pero el adoquinado, herraduras de los caballos de los coches de alquiler al margen, le sienta al Parque como que sentó a Sevilla aquella malhadada "marea negra".

Correo Correo Si quiere usted enviar algún comentario sobre este artículo puede hacerlo a este correo electrónico

         

 

 

                                      Correo Correo            

Clic para ir a la portada

¿QUIÉN HACE ESTO?

Biografía de Antonio Burgos


 

 

Copyright © 1998 Arco del Postigo S.L. Sevilla, España. 
¿Qué puede encontrar en cada sección de El RedCuadro ?PINCHE AQUI PARA IR AL  "MAPA DE WEB"
 

 

 


 

Página principal-Inicio