ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


ABC de Sevilla,  21 de noviembre  de 2022
                               
 

Camacho en la Academia

Debía felicitar a mi dilectísimo y queridísimo compañero y vecino de página Ignacio Camacho por haber leído ayer tan brillantemente y en acto tan solemne su discurso de ingreso en la Real Academia Sevillana de Buenas Letras. Pero lo hago al revés. Felicito a Buenas Letras por abrir la Academia a la sociedad y tener desde ayer entre sus numerarios al excelentísimo señor don Ignacio Camacho y López de Sagredo, gloria de las hispalenses gacetas, en las que tenemos sobrada prueba de su inteligencia, su insobornable independencia, su saber hacer y mejor escribir, desde que entró en la redacción del desaparecido vespertino "Nueva Andalucía". Si hará tiempo, que cuando empezó a escribir en las gacetas había todavía periódicos vespertinos, como aquella querida hijuela de "El Correo de Andalucía".

Cuando Unamuno dijo que los sevillanos eran "finos y fríos" pensaría en tipos como Camacho. ¿Más fino que frío o más frío que fino? Mitad y mitad. No es lo suyo el apasionamiento, la vehemencia, sino la serenidad, el certero juicio, el equilibrio, la ponderación, la independencia, el rigor. Así lo ha demostrado en los periódicos por los que ha pasado, en los que ha escrito y tenido puestos de responsabilidad, desde "Nueva Andalucía" de 1980 a su papel importantísimo en "Diario 16" o, luego, en la consolidación de "El Mundo" en Andalucía, del que llegó a ser subdirector, hasta 2000, en que se incorpora a ABC como adjunto al director y luego director de la edición nacional, o sea, de ABC de Madrid, en 2004. Si echan las cuentas, son casi cuarenta años de oficio entre papeles los de mi querido nuevo compañero de Academia, que ha merecido, entre otros, el premio Cavia y el González Ruano.

Pero no quiero quedarme en Camacho hacedor de periódicos, sino en algo superior: en el articulista. No es Camacho lo que en Madrid llaman "un columnista", comentador de noticias a bulto, quizá en Tertulianés. Va más lejos: al ensayo urgente, escrito en menos de horas veinticuatro, al hilo de la noticia. Con un pensamiento cultísimo, cultivadísimo, extensísimo, Camacho saca agua clara de los pozos más oscuros de la ciénaga del puerto de arrabatacapas de la política más abyecta. Y todo, desde un transfundo de sabiduría del licenciado en Filología Hispánica que se perdió la Universidad como profesor, pero que ganamos sus lectores, a los que sus ideas siempre nos sacan de dudas con su ponderación. Y en contra del tiempo de cierre del periódico siempre, con sello de urgencia, o ante un micrófono de radio o TV, cuando se ha producido la novedad en la cambiante y perpleja realidad española. De ahí el acierto de su discurso de ingreso. Como un autorretrato: "El ensayo urgente. El artículo periodístico en el siglo XXI". Camacho es más un ensayista en formato breve que un articulista de periódico. Un ensayista de urgencia que publica en ABC la finura de su análisis, cargado de información y de buen juicio. Con escritores como Camacho, Buenas Letras se abre a la realidad rica y profunda de nuestra Sevilla en una de sus mejores plumas en corto y por derecho.

 

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