ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


ABC de Sevilla,  1 de diciembre  de 2022
                               
 

La Ibense

Un tertuliano madrileño diría que "la han pillao/con el carrito del helao" para dar la triste noticia de que La Ibense ha presentado un ERE extintivo, inicio del proceso de su liquidación. La heladera sanluqueña fundada por la familia Bornay en 1892 fue adquirida en 2015 por la empresa Sainberg, que emprendió nuevos planes, que no ha podido superar. El centro de producción pasó de Sanlúcar al Parque Tecnológico de Jerez y ni por eso pudo vencer la crisis, tras superar un concurso de acreedores.

La historia de La Ibense semeja la de los grandes millonarios americanos que comenzaron en los oficios más humildes. Desde 1892, el fundador de la empresa, Carlos Bornay, comenzó a trasladarse todos los veranos desde su tierra natal, la localidad alicantina de Ibi, a la playa de Sanlúcar, entonces llamada "el San Sebastián del Sur". No era el único ibense que abandonaba el pueblo. La alicantina Ibi tenía una curiosa dualidad en su economía: en verano se dedicaba a los helados, y sus vecinos salían por toda España para vender por las playas, llenas de carritos con ese nombre de Ibense. No sólo en Sanlúcar existía La Ibense. Era el nombre que le ponían a sus estivales negocios esta muy trabajadora y emprendedora gente de Alicante. Y la otra gran actividad de Ibi, cuando acababa la temporada del helado, era la del juguete, en la que ha sido primera potencia española hasta los años 80. En las playas de toda España había un alicantino de Ibi vendiendo helados a la orilla del mar y los Reyes Mayos no dejaba nunca de traer juguetes alicantinos de Ibi.

Pero sigamos con el fundador Carlos Bornay en la orilla sanluqueña. Cuentan las historias locales: "En su peregrinar le acompañaba su mujer. Él salía por la mañana, tempranito, camino de la playa, con su cántara al hombro. Iba llena de helado mantecado, una mezcla de mucha leche y sabor vainilla. Se solía comer acompañado de una galleta. Para mantener el frío, la vasija iba cubierta con sal y tela de arpillera. Cuando se acababa el contenido volvía a por más a un pequeño despacho. Ella elaboraba allí el producto. Cuando empezaron a hacer algo de dinero, la venta comenzó con un carrito por las calles del casco urbano. A principios del siglo XX uno de los dos hijos del creador de la empresa, José Bornay y su esposa, Josefa Picó, deciden emprender su camino en solitario. Compran un obrador de confitería en Sanlúcar de Barrameda". Aunque la gran expansión no vendrá hasta los años 80, en que Carlos Bornay, nieto del fundador, adquiere una planta de 12.000 metros cuadrados en Sanlúcar y comienza la actividad exportadora. Son los grandes años de La Ibense, que logra un contrato para la distribución de helados en la Expo 92 de Sevilla, parece que el comienzo de su crisis. Y hace grandes creaciones, como el helado de Pedro Ximénez, envasado en una botellita de plástico. Cómo será la fuerza del nombre de La Ibense, que se le sigue llamando así al local de la esquina de Correos, en la Avenida, donde abrieron una cafetería que ahora explota la Confitería La Campana. Yo ahora me acerco ejn Las Piletas al carrito del helado de La Ibense y me pido, en memoria de sus creadores, un cucurucho de vainilla y fresa.

 

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