ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


ABC de Sevilla,  7 de diciembre  de 2022
                               
 

Víspera concepcionista

Pedro Salinas, uno de los muchos grandes poetas conquistados por Sevilla, de cuya Universidad fue catedrático de Literatura, nos dio una clave para entender a nuestra tierra en el título de su libro de 1926: "Víspera del gozo". Sí, en Sevilla hay vísperas en las que el gozo es mayor que en la fiesta. ¿Qué otra cosa, si no, es la Cuaresma, que tiene más de cuarenta días y cuarenta noches, tiene muchas vidas y muchos sentimientos y muchas historias y muchas vidas en ese tiempo penitencial de espera?

Hoy es una de esas grandes vísperas impacientes y noveleras de Sevilla. La ciudad cumple con el rito de ver empezar el día que dedica a la Inmaculada. No creo que en ningún otro lugar del orbe católico las tunas universitarias le canten a la Virgen como quien ronda a una muchacha. Una Divina Muchacha cantada por los tunos a la hora en que empieza su día pone muy alto el listón del sentimiento yla originalidad de nuestra religiosidad popular. La noche se corta como con la espada desnuda que en la Madrugada lleva un primitivo nazareno del Silencio en memoria del Dogma que la hermandad votó defender como en un duelo con Roma y con los que no creían lo que luego fue Dogma proclamado por la Iglesia. Si nos fijamos en los simbólicos elementos históricos de los personajes que figuran en su basamento, el Monumento a la Purísima en la Plaza del Triunfo es como un homenaje de Sevilla a sí misma, por haberse salido con la suya en las coplas centenarias de Miguel del Cid: "Todo el mundo en general/a voces, Reina escogida,/ diga que sois concebida/sin pecado original". "Sin pecado"... Hasta una insignia cofradiera (y no digo nada rociera) lleva su nombre como sacado de esas coplas populares del Dogma: "Simpecado". Y en esta víspera única, desde la Plaza del Triunfo, al Arco del Postigo del Aceite, a los que dije una vez que eran los cien gramos de Catedral de Sevilla mejor despachados: a la capillita de la Pura y Limpia. A seguir rondando a esa Pura Muchacha, más sevillana que el azul del cielo del Murillo que la pintó. No es gratuito el título de "Mariana" que la Hermandad de San Bernardo pidió y logró para Sevilla.

Aunque sea noche cerrada, en esta víspera concepcionista el cielo siempre es azul, como la bandera que mañana ondeará en lo más alto de la Giralda. Y abro una sevillana disputa: ¿qué víspera es más sevillana? ¿La de esta noche, de la Purísima? ¿La del Domingo de Ramos, aguardando primeros nazarenos blancos? ¿La de las cofradías de vísperas en los barrios de donde salen? ¿O la del Corpus, con su concurrido recorrido por los escaparates y fachadas adornados a lo largo de su carrera? ¿O la de la Virgen de los Reyes, con medio Aljarafe viniendo a pedir las tres gracias a la Patrona? ¿O las últimas horas del Jueves Santo, vesperales de la gran Madrugada, antes de escuchar las últimas notas de "Abelardo" en el recorrido de los armaos hasta el Gran Poder? Como que Sevilla tiene días tan señalados que no les caben en su fecha y le chorrean su grandeza en la víspera.

 

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