Aquel torero medio bufo sevillano, El Maravilloso, que padecía manía persecutoria de Juan Belmonte, decía que no triunfaba por culpa del Pasmo de Triana. Cuentan que estaba anunciado para una nocturna en Sevilla el 18 de julio de 1936. Y que cuando comenzaron los primeros tiros y el despliegue de tropas sublevadas contra el Gobierno del Frente Popular, dicen que comentó a sus allegados, siempre en la manía de la causa de su fracaso: "Hay que ver la que ha liado Juan Belmonte para que esta noche yo no toree en Sevilla".
Algo así pienso, sin Belmonte, cuando veo lo agitada que está la balsa de aceite que hasta ahora fue siempre el Cabildo de Toma de Horas para confirmar cada año en el acto tradicional de la Capilla Real los horarios e itinerarios de las cofradías, lo que clásicamente se llama "la Nómina", y aprueban los dos Cabildos, el Metropolitano y el Municipal. El Cabildo de Toma de Horas se está convirtiendo en muchos Cabildos de Toma del Frasco por parte de las cofradías, que tragan o no tragan ante los proyectos de reforma del Consejo de casi todos los días de la Semana Santa y del orden de paso por la carrera oficial, para evitar conflictivos cruces y parones. Cuando veo que hay hermandades que no aceptan los cambios del Consejo, de poner patas arriba el orden de muchos días de la Semana Santa por motivos de seguridad y para evitar conflictos, digo algo parecido al Maravilloso: "Hay que ver la que está liando el Consejo para obligar a que la gente compre todos los días el ABC de papel para recortar la hoja central con el cuadrante de horarios e itinerarios que inventó Filiberto Mira y continuó confeccionando José Joaquín León, porque, si no, no hay forma de ver en qué orden van, a qué hora y por qué sitio".-
Han puesto o piensan poner los días de la Semana Santa con tantos cambios que no va a haber manera de ir a ver las cofradías sin "er Pograma" en la mano, sin esa hoja central del cuadrante de las horas, los itinerarios y, lo que es más novedoso, el orden de paso por la carrera oficial. Durante lustros podíamos ir a ver las cofradías sin programa en el bolsillo, y sin mirarlo, porque el orden de las cofradías siempre era el mismo, como los itinerarios de las calles por donde tiraban y a las horas que entraban, salían, estaban en la Plaza o llegaban a la Puerta de San Miguel de la Catedral. Todo eso lo ha cambiado profundamente el Consejo, de manera que cualquiera que se confíe en su memoria de años anteriores puede llevarse la desilusión de que esa cofradía que quiere ver no sólo no pasa ya por ese sitio a esa hora, sino que como la han puesto la última del día, tira por otro lado y entra en su templo a las mismas tantas, cuando antes, a las 12 de la noche estaba ya dentro. ¿Y saben por qué pasa todo? Por algo que no se atreve nadie a decir: porque como hay esa competencia para ver quién lleva más hermanos, decimos que vamos a ver cofradías, pero en realidad en muchos casos a lo que vamos es a ver nazarenos y más nazarenos, vengan nazarenos.
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