ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


ABC de Sevilla,  15 de diciembre  de 2022
                               
 

¿Quedan tabernas?

Me parece muy esclarecedora una distinción que he leído referida al turismo en Sevilla. Por un lado está la hostelería, que son los bares y restaurantes, y por otro la hotelería: los hoteles.

-- ¿Pero en Sevilla hay hoteles?

-- Más que turistas, como dijo don Antonio Delgado Roig de los arquitectos y los albañiles; más que turistas.

Tenemos un modelo de ciudad que nos hemos encontrado sin que nadie lo haya sometido a consulta y mucho menos a referéndum.

-- Pues podíamos inventarnos un referéndum a la catalana, con urnas de mentirijillas, para ver qué piensa el personal de este modelo de ciudad "aveneciada", convertida en Parque Temático del Turismo, en la que dicen que pronto hasta cobrarán por entrar o por lo menos por quedarse a dormir en ella, me imagino que a los guiris chungaletas del saco de dormir les harán precio por el pase de pernocta.

Tenemos el modelo de ciudad donde hay más bares del mundo. Y de gastrobares, ni te cuento. No, no sea mal pensado: el gastrobar no es un bar tan malo que te ponen unas tapas que te producen inmediatamente gastroenteritis y tienes que preguntar urgentemente dónde está el baño. Que suele estar tan guarro como todos los baños de los bares de Sevilla. ¿No hay inspecciones de Sanidad para que pongan papel, y jabón, y dónde secarse las manos?

El modelo sevillano de bar que se precie incluye terraza. Un bar sin terraza es como vacaciones sin Kodak o Paseo de la Palmera sin mamotretos en forma de residencia de estudiantes. O como barrio de Nervión respetando las construcciones originales de chalecitos de dos plantas, muchos de ellos con la firma de Aníbal González o de los arquitectos principales del regionalismo que estudió Villar Movellán. A la gente le encantan las terrazas porque se creen, no sé, que son más baratas que las mesas del interior. O por el fumeque. Porque ahora con estos fríos y lluvias, ya me contarán...

Hemos advertido que en Sevilla, cuantos más bares hay, menos tabernas quedan. Invento sevillanísimo la taberna, ágora de relación social entre vecinos, amigos y compadres, centro de interpretación de largar de todo el que pasaba por la puerta. La diferencia fundamental es que la taberna, a diferencia del bar, no tenía dos cosas fundamentales: máquina de café y cocina. Me imagino que era a efectos de clasificación fiscal. Dsegún los usos actuales, una taberna, sin cocina para las tapas y sin máquina de café, ya me contarás. El éxito del bar sevillano es en buena parte debido a nuyestra afición a desayunar en la calle, esos molletes de Antequera, esa manteca colorá con tropezones. Así que sin maquina de café y sin cocina, ya me contarán qué tienen que hacer las tabernas, aparte de servir sus modestas tapas de toda la vida: la conchita de altramuces o la melva canutera de la lata del Consorcio Almadabrero. Igual que se protegen los edificios regionalistas, deberíamos proclamar BIC a alguna taberna histórica, sin máquina de café, sin cocina y sin tapeo. Si es que queda alguna y no la han convertido en bar con terraza y con menú de raciones y medias raciones en código QR.

 

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