ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


ABC de Sevilla,  29 de diciembre  de 2022
                               
 

Mesas sin manteles

Reitero lo observado en estas Pascuas de Navidad y Reyes: no habrá un duro, los precios estarán por las nubes, la cesta de la compra cada vez anda que parece que hemos comprado sólo caviar y bogavante, pero la gente únicamente piensa en comer en la calle y en viajar. Con lo cara que está la luz y los sustos que nos llevamos con sus facturones, no encender la cocina y comer en la calle tiene una justificación. Nadie piensa en la inflación, en lo dura que será la cuesta de enero, en las subidas que tendrán el IPC y el euríbor de la hipoteca que estamos pagando. Y en cuanto a viajar, parece que lo regalan cuando se ven los Ave llenos o las cifras de utilización del aeropuerto de San Pablo y la cantidad de vuelos que han salido y entrado en estos días y los que habrán de despegar o aterrizar de aquí a Reyes.

"Lo siento, estamos completos", te dicen en el restaurante cuando vas a reservar. Como si lo regalaran. Sobre todo, en los restaurantes sin mantel. ¿Que cómo es eso de los restaurantes sin mantel? He descubierto que la vieja clasificación de los restaurantes por tenedores está obsoleta. También aquella otra de los restaurantes de la nueva cocina, la de los platos cuadrados muy grandes con raciones muy chicas y los camareros vestidos de negro, en vez del blanco tradicional de la hostelería. Ahora hay que dividir a los restaurantes en otros dos grandes grupos: los que te ponen mantel de tela y los que no te lo ponen. Y los que tienen servilletas de tela y los que te las ponen de papel. De un papel que a veces parece tela, pero tóquelo bien: es papel de todas, todas.

¿Por qué cada vez más se estilan menos los manteles en los restaurantes? La gente cree que los restaurantes sin manteles, con los platos sobre la madera pelada y mondada de la mesa, son más baratos. Es como las mesas altas y los veladores. La gente cree que en las mesas altas, a las que tienes que trepar desde un taburete que parece que estás en un gallinero, te cobran menos que en los veladores de toda la vida. Con los manteles, igual. No, gasto en lavandería desde luego que no hacen estos establecimientos. Todo lo más que te ponen es un individual de papel, donde con un poco de suerte puedes ver el menú o al menos las especialidades que te recomiendan, sin necesidad de tener que recurrir al Código QR, que dan por descontado que todo el mundo lleva en el teléfono móvil la aplicación para poder leerlo, cosa que no siempre ocurre.

Así que habrá que revisar la lengua española. Lo "a mesa y mantel" significaba antes estar convidado a todo por la cara, gratuitamente, en casa de alguien. La mesa sigue, pero el mantel cada vez existe menos. Y no sólo en la hostelería. En las casas, ora en el comedor, ora en la mesa en la propia cocina, en el office, cada vez se ponen menos manteles. Nos creemos que así todo es más barato. Bendita creencia, a la vista de los precios de infarto que nos esperan en enero.

 

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