ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


ABC de Sevilla,  26 de enero  de 2023
                               
 

¿Y la fábrica dónde es? 

Al saber que van a hacer pisos en la antigua fábrica de vidrio de La Trinidad, al comienzo de la Avenida de Miraflores, y en la Algodonera Virgen de los Reyes, al final de Alcosa, me he acordado de algo que, como los cielos de Romero Murube, perdimos: las fábricas. En Sevilla apenas se pudo hacer la reconversión industrial, porque ya no quedaban fábricas. Sevilla era una ciudad agrícola e industrial. Muy dependiente de la industria de transformación agrícola. Y de mil industrias auxiliares. Sevilla trataba como a alguien de la familia a la fábrica de tornillos, a la fábrica de bombillas. Por no hablar de la fábrica de tabacos, que no solamente daba trabajo a las cigarreras trianeras que cruzaban el río en las chalupas desde el Puerto Camaronero, antes de que existiera el puente de San Telmo, sino que hasta tenía una ópera: "Carmen". No creo que haya habido otra fábrica en el mundo que haya tenido su ópera. ¿Y la industria de Defensa? Todo lo que ahora es Viapol, terrenos cuyo nombre original era Las Carolinas, estaba dedicado a la industria militar: a la Pirotecnia, a la Fábrica de Artillería. Y había una industria dependiente del ferrocarril, que tenía su epicentro en San Jerónimo, de la que, como restos arqueológicos, quedan algunas naves ahora en proceso de restauración y recuperación. Por no hablar de Hytasa, Hilaturas y Tejidos Andaluces S.A., que daba trabajo a medio Cerro del Águila.

Hasta fábrica de lámparas había. He recordado el añejo anuncio de Radio Sevilla, invitando a comprar baratas las lámparas en la propia fábrica. En un diálogo como el de "Currito, dale al botoncito", aquel anuncio terminaba con otra conversación: "¿Y la fábrica dónde es? Cerca de Puerta Jerez: Almirante Lobo, Tres". Ya no podemos preguntar que la fábrica dónde es, porque fábricas en Sevilla ya apenas existen. Nada de esa Sevilla industrial que he evocado existe. Ya digo, igual que "los cielos que perdimos" tenemos que hablar de "las fábricas que perdimos". Entre otras, el esplendor a plena producción de Astilleros de Sevilla, con las ceremonias solemnes de botadura de barcos de gran tonelaje. ¿Y la Hispano Aviación? Por no hablar de las fábricas protegidas por el régimen de la dictadura a través del INI, Instituto Nacional de Industria.

Nos quedan los llamados "polígonos industriales", que no pasan en la mayoría de las veces de ser un eufemismo digno de mejor causa. Donde apenas hay industrias. Se trata en su mayoría de urbanizaciones de naves industriales, o bien cerradas ya, como tantos locales comerciales del centro histórico, o simples almacenes de distribución de productos que se fabrican fuera de Sevilla. Un panorama de desolación, de solares de fábricas abandonadas donde ahora se dan pelotazos de construcciones de pisos. Esa ha sido nuestra reconversión. Convertir en zonas residenciales las fábricas abandonadas. ¿Pero en qué va a trabajar quienes compren esos pisos, si es que les dan la hipoteca? Como el bacalao. Todos tiesos. No sé de qué vive Sevilla. Será de vendernos unos a otros lo que fabrican fuera.

 

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