Antonio Burgos / El Recuadro

El Mundo, 29 de marzo de 1977

Antonio Burgos

"Como somos mayoría, los queremos de Almería"

 

Aquel agregado cultural de la embajada de un país árabe cantaba divinamente por el Niño Marchena, hacía las palmas a compás y se ponía ciego de coñac todos los días. Tanto, que un flamenco que había cogido confianza con él, le preguntó un día por qué las cogía de garabatillo, cuando el Corán prohíbe la bebida. A lo que el tajarina agregado respondió:

---El Corán prohibe el vino, pero del coñac no dice ni una sola palabra.

Será por el alma de nardo del árabe español, la emigración andaluza en Cataluña ha encontrado la solución al pretendido imperialismo lingüístico de los obispos catalanes. Los obispos fundamentalistas han dicho en las suras de la hoja parroquial que tienen que aprender catalán los que hablan español, pero de los que hablan andaluz no han dicho ni una sola palabra. El domingo en Andújar, la romería de la Virgen de la Cabeza reunió a medio millón de andaluces. Nada, al lado de andaluces que se metieron en la feria de Santa Coloma de Gramanet: un millón. Hay culturas intraducibles que nadie puede integrar. La única salida al imperialismo es el mestizaje. El millón de andaluces de la feria de Santa Coloma demuestran que hay emigrante nacido en Motril que se siente más catalán que el obispo de Solsona. Los confundidos son los que quieren traducir copla como cobla, Si obligan a decir peixets fregits se acaba con la cultura andaluza del pescado frito, raíz reciente de la grandeza económica de Cataluña.

Los emigrantes caribeños de Londres hacen el Carnaval veraniego de Nottingham Gate y no pasa del exotismo de la permisión en una cultura dominante. Los emigrantes andaluces de Barcelona hacen su feria de abril y es para preguntarse qué cultura es la dominante y cuál la dominada. Habrá voluntad de convivencia o no la habrá, pero la emigración andaluza en Cataluña impuso unos esquemas de mestizaje que son ese andaluz que va a la feria con un sombrero cordobés y un pañuelo del Barsa. No debe olvidarse que cada Semana Santa, las bandas de tambores de toda Andalucía tocan una saeta que escribió Machado, pero que si se conoce y si suena tras los pasos de las cofradías, es gracias a que Serrat le puso música. Suena Serrat tras el Cristo de los Gitanos y no rechina absolutamente nada. Hablando de gitanos, un gitano catalán como Peret canta, y suena a andaluz. Y mientras un emigrante de Almería como Manolo Escobar canta, y suena la Cataluña del millón del mestizaje en Santa Coloma. Ojalá entre los andaluces que viven en Andalucía hubiera la preocupación por su tierra que tienen los andaluces de Cataluña. Cataluña es la novena provincia andaluza, Barcelona es la mayor capital de Andalucía. Al norte del Ebro hay más monumentos a Blas Infante que a orillas del Guadalquivir. Son una fuerza, y lo saben. No se puede ser alcalde de Nueva York sin contar con el voto de los negros ni se puede gobernar Cataluña sin contar con los andaluces. Ojo con ellos, porque los andaluces somos hombres de paz y esperanza hasta que nos tocan en exceso los costados. Como los andaluces de Santa Coloma se pongan en pie, pueden volverse las tornas, y los que van a tener que aprender andaluz van a ser los obispos catalanes. No se olvide la vieja pintada de réplica a la campaña del "Volem bisbes catalans: "Como somos mayoría, los queremos de Almería".


 

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