El chandal de Urdangarín

En el salón de té de la luna de mayo del New Sky Hotel de Tokio, Urdangarín, que va ya por el mundo como pareja de hecho de la Infanta, ejerciendo sus derechos de miembro de la Familia Real española, ha recibido a una princesa japonesa que, como todas las princesas japonesas, tiene nombre de moto del gran premio del circuito de Jerez presidido por el primer motero de España, que es el virtual suegro de Iñaki. La princesa se llama Takamado. El único problema de Takamado es que no tiene centímetros cúbicos, sino una dinastía divinizada a sus espaldas. Tú dices que el Rey le entregó en Jerez la copa a Alex Crivillé, que la ganó pilotando una Takamado de 500 centímetros cúbicos, y la gente traga, ¡vamos que si traga!

Dicen que en el salón de té de la luna de etcétera la princesa Kawasaki o como se llame rompió el protocolo, arreándole un par de besos en la mejilla al real cuerpo danone. ¿Ah, pero hay protocolo con Urdangarín? Yo me creía que ahora el protocolo consistía precisamente en saltarse el protocolo, que eso del protocolo sólo quedaba para los fraques del polanquismo en la Academia y las fotos que carga el diablo. ( Nunca los sillones de la Real Española tuvieron tanta apariencia de banquillo, ora en el estrado, ora en las bancadas de los invitados.) Pero no. Aquello de Kumamoto sin moto era de alto protocolo y elevado ringorrango. Dice Tomás Roncero en crónica por la que le debo una convidada, pues me ha dado hecho el recuadro, que Iñaki recibió a la princesa equipado con su chándal de la selección española de balonmano, "sin desentonar por ello con la vestimenta impecable que lucían sus engolados contertulios". Pero, hombre, ¿cómo va a desentonar? Urdangarín iba mucho mejor presentado, qué lámina y trapío, que todos sus visitantes. Los visitantes iban de paisano y Urdangarín iba de uniforme. ¿Cuál es el uniforme de un deportista? Pues el chándal. El chándal no es aquello que se ponía Aida Alvarez para ir al hiper parta llenar el carrito y llevarse también el carrito a su chalé adosado. Del chandal se ha apropiado el español de la parcelita que con una manguera en la mano, regando cuatro macetas locas y una birria de césped en torno en la piscina, es capaz de acabar él solito en un fin de semana con las reservas de los pantanos toda la confederación hidrográfica en cuya cuenca esté enclavada su "Villa Pepita" correspondiente. Urdangarín puede hacer mucho por los uniformes de los civiles. Aquello que cuando los falangistas iban de uniforme germanizante y se presentaba el conde de Rodezno de chaqué le afeaba Franco:

-- Rodezno, usted siempre con el uniforme de las democracias...

Urdangarín nos ha hecho ver que el deportivo chandal es el uniforme de la democracia española en su fase de Estado del Bienestar y bienestar de las hijas del Jefe del Estado. El chandal, que era el uniforme de los parados y del fin de semana, ha pasado a ser el uniforme oficial de los consortes de las Infantas. A Marichalar no lo valoraba tanto la gente porque no tenía el igualitario chandal. Urdangarín ha llenado de prestigio el chandal. Cuando a usted su mujer le recrimine que va hecho una facha con ese chandal comodón que se pone el fin de semana, ya tiene la respuesta:

-- ¿Malamente yo? Pero si voy vestido de novio de Infanta de España, ¿te parece poco?

Mucho mejor el chandal que los otros atuendos de la uniformidad deportiva. Como los equipos de futbol van en los viajes con la blazier, veo a mi Betis y me parece que es la tripulación del yate de la Reina de Inglaterra. A mí el chandal de Urdangarín me parece lo más democrático, lo más adecuado al interesado olvido de eso de "la dinastía histórica" que pone el artículo 57 de la Constitución. Me imagino que en la boda de Barcelona, el Rey, como hizo cuando se casó Doña Elena, irá con su uniforme de gala de capitán general de las Fuerzas Armadas. Urdangarín tambièn debe ir con el uniforme del cuerpo al que pertenece. ¿No van otros de maestrantes de Ronda o de Granada? ¿Por qué Urdangarín no va a poder casarse de uniforme? En chandal, naturalmente.

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