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 Antonio Burgos   

Revista TELVA,  octubre del 2000

La moda de las tendencias

 

Cuidado: está usted en el comienzo de un artículo absolutamente tendencioso. Como que trata de las tendencias... El que avisa no es traidor, y allá usted si, bajo su responsabilidad, sigue leyendo. El autor declina toda responsabilidad de escándalo. Aunque las compañeras de TELVA quieren, muy generosamente, que como firma invitada escriba sobre moda, ¿cómo voy a escribir de moda, si no hay nada más pasado de moda que llamar moda a la moda? Ni a la moda ni a ninguno los derivados de esta palabra. De golpe y porrazo nos hemos quedado sin modistas. Ahora todos son diseñadores. Aunque, la verdad, es justo. La palabra modista estaba desprestigiada desde hace décadas. Mi madre iba a la modista, y cómo sabría de modas la autotitulada modista, que si no le llevaba un ejemplar de Burda, no sabía dar puntada.

He descubierto que lo que ahora de verdad está de moda es llamar tendencia a la moda. A mí, la verdad, profeso aficionado a los toros como soy, la palabra tendencia me suena muy mal, completamente negativo. Tendencias tienen los toros con malas ideítas. Tendencia a irse a chiqueros por mansos, tendencia a entrar a la muleta con la cara alta por broncos, tendencia a hacer hilo con los banderilleros, tendencia a esperarlos, tardones, para echárselos a los lomos. De ningún toro de bandera he oído nunca decir que tuviera tendencia. Por eso hay tan pocos toros de vuelta al ruedo, quizá, porque todos siguen la tendencia de las tendencias.

Así que si escribo de las tendencias, esto tiene que ser a la fuerza un artículo tendencioso. No sé cómo una palabra, tendencia, puede tener tanto prestigio social y el adjetivo de ese nombre, tendencioso, un significado tan negativo. Tendencioso es el editorial del periódico vendido al Gobierno, el telediario manipulado, el sofisma del discurso. Y la moda. Diccionario de la Academia en la mano, este es un artículo tendencioso, publicado en una revista totalmente tendenciosa. Porque "tendencioso" es lo "que presenta o manifiesta una cosa parcialmente, obedeciendo a ciertas tendencias, ideas, etc." ¿Qué más parcialidad quieren que haber dejado todos de hablar de la moda de un plumazo y dedicar ahora toda la tinta a las tendencias? Hasta el más humilde tendero está atento a las tendencias. El concepto de la moda como "lo que se lleva" ha dado paso al de la tendencia como lo que está bien visto. Tal fuerza social tiene la tendencia, que se inscribe uno en ella como se hace uno militante de Izquierda Unida, socio del Real Madrid o accionista del BCH. Con total fe en la nueva idea de los nuevos tiempos. Ay, del que no siga la tendencia. La mujer tienen ahora a la tendencia como las plantas a la luz. Y los hombres, si queremos ser alguien, tenemos que adscribirnos a la tendencia. Quien no tenga un traje negro para ponérselo con una camisa negra, una corbata negra, un chaleco negro, un cinturón negro, unos zapatos negros y unos calcetines negros, no es absolutamente nadie, porque está fuera de la tendencia. Estar fiera de la tendencia es la nueva versión de estar en la higuera, en Babia, región, por cierto, donde creo que no se edita ninguna revista sobre tendencias ni los periódicos diarios tienen suplementos femeninos dominicales dedicados a las tendencias.

Tendencias nuevas, por descontado. Toda tendencia es nueva como toda solidaridad es progresista y todo correo es electrónico, tendencias, a su vez, de esos campos de las ideas y la técnica. Incluso la tendencia ha desplazado al diseño. Antes nos hacíamos polvo los riñones sentándonos en los aeropuertos en los sillones de las salas de espera, que eran todos de diseño. Ahora seguimos haciéndonos polvo los riñones en esos mismos sillones, pero ya no son de diseño: ahora siguen la tendencia. Te levantabas, baldado, de un sillón de diseño y te cabía el consuelo de acordarte de las castas todas del diseñador. Ya, ni eso. Ahora, en todo caso, tienes que acordarte de generaciones y pueblos enteros, de la sociedad que colectivamente impone y se impone esas tendencias.

Personalmente, no tengo el menor problema con las tendencias. No las sigo. Desde hace lustros tengo una irrefrenable tendencia a los trajes grises de buena franela en el invierno, a los polos elegantones en el verano. Mis tendencias van por lo clásico, en vista de que en estas materias no hay nada tan permanente como el cambio. Estar fuera de tendencia es la mejor forma de ver cómo las tendencias, cual olas en la playa, vienen y van, mientras la arena permanece. Entre la ola y la arena, me pongo siempre de parte de la arena. En vista de que, al paso que vamos, las tendencias tienden a durar cinco minutos. Y eso, las más duraderas.

                                                                                      Antonio BURGOS

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