Poetas patrimonio de la izquierda

"La izquierda cree que dos generaciones literarias enteras,
la del 98 y la del 27, son un cortijo de propiedad"

Aznar se fue un día a la lorquiana Huerta de San Vicente en Granada, y faltó tiempo para que se levantaran las voces de los registradores de la propiedad de la progresía, diciendo que dónde vamos a parar, que cómo podía consentirse que se metiera en el santuario de un poeta que era "patrimonio de la izquierda". Aznar visitó a Alberti en su arboleda perdida del Puerto de Santa María, y dijeron que era electoralismo, que Alberti era algo tan contradictorio como propiedad del Partido Comunista. Aznar ha visitado en la Residencia de Estudiantes la exposición de los libros, cartas, fotografías y manuscritos de Cernuda y se ha vuelto a repetir la petición de carné ideológico para la concesión de permiso para venerar a un grandísimo poeta que la izquierda tiene como suyo, en tanto exiliado, pero exiliado de la España republicana en 1938, que es lo que no suele citarse de los que tuvieron que emigrar de los dos bandos de la contienda civil. Con respecto a Cernuda, se ha dicho tres cuartos de lo propio que con García Lorca: que cómo se atreve Aznar a leer a un poeta que es de la izquierda...

Ciclicamente se viene dando este más que triste espectáculo de las disputas de las lindes de la cultura. Se discute por la pertenencia ideológica de un poeta como los herederos pleitean por las lindes de una finca que recibieron. Hay mucho de señoritismo cortijero en la izquierda española. Por lo menos, igual que en la derecha. Eso debe de darlo España, no la ideología. La izquierda se cree que dos generaciones literarias enteras, la Generación del 98 y la Generación del 27, son un cortijo de propiedad. Parece que los derechos de autor de Antonio Machado, por ejemplo, no los tuvieran sus herederos legales, sino los que se consideran sus herederos morales. Y, por el contrario, parece que los que ahora están en la derecha del poder son los causantes de todos los males vitales de la propia tragedia de España en esas generaciones. Cuando Aznar visitó la casa de veraneo de García Lorca llegó a decirse que cómo los que mataron a Federico se atrevían a ir a visitar su casa, vamos, como si el piquete de fusilamiento del Barranco de Víznar lo hubieran formado Alvarez Cascos, Rodrigo Rato, Mayor Oreja y Javier Arenas. Es algo tan fuera de cacho y de razón como así como si ahora culpamos a Eduardo Miura Jr. de la muerte de Manolete en Linares, porque Islero era de su ganadería.

Es muy divertido considerar que precisamente quienes hasta la cultura del pelotazo negaban la propiedad privada y querían socializarlo todo son los mismos que se han apropiado de unos poetas y de unos escritores por el procedimiento del tirón. Guerra quería socializar la Banca y que fuera tó par pueblo, pero de momento a Antonio Machado lo consideraba de su propiedad particular, su cortijo. De colectivizar, ni mijita. La derecha, que se quede con Agustín de Foxá, con González Ruano, con Fernández Flores, con Pemán y con Gerardo Diego, que va en coche. La figura y la obra de Azaña son un coto privado de caza de la progresía. Para poder decir en público que es uno lector de Azaña, hay que pedir permiso a los gurus de la cultura de la izquierda. ¿Quién es Aznar para hablar de Azaña?, dicen si el presidente de atreve a citarlo en un discurso.

Y luego hablan de que se está creando un clima de división de bello civile, cuando son ellos los primeros que no consienten que haya una reconciliación nacional en la cultura. Gran parte de la culpa, además, la tiene la derecha, que se conforma con estos esquemas, y que no levanta la voz cuando acude a peregrinar ante García Lorca o Cernuda, por citar sólo dos grandes poetas de España entera de los que se ha apropiado indebidamente una parte de la nación, porque estamos ante un caso evidente de apropiación indebida. Como a una vieja le quitan el bolso y decimos que le han dado el tirón, a la historia común de la literatura le sustraen unos grandes poetas y nadie puede decir nada. No solamente no se reclama lo sustraído, y se piden títulos de propiedad para ver por qué hay admitir que exista un "patrimonio de la izquierda", sino que, además, parece que hay como una vergüenza por proclamar que, si es por adjudicarse escritores, en ese supuesto la derecha también tiene su patrimonio. Como son escritores oficialmente tenidos como símbolos de la derecha, la izquierda los desprecia y los silencia. Y como la izquierda los desprecia y los silencia, a la derecha le da vergüenza reivindicarlos abiertamente. Mientras los que niegan la propiedad privada no colectivizan sus autores, la derecha no se atreve a inscribir en el registro de la propiedad su patrimonio. Y así, por ejemplo, Manuel Machado sigue en el arroyo del desprecio.

Se celebra el centenario de Pemán y El País no le ha dedicado ni una sola línea. Lógico, en este sentido patrimonialista de la cultura. Pero es que ABC, que le dedicó bastantes páginas, no se atrevió a llevarlo a la portada, no digo ya una portada del periódico monárquico para quien fue caballero del Toisón de Oro por sus servicios a la Corona; ni siquiera la portadilla del suplemento cultural. Si hubiera sido el centenario de Alberti, seguro que se llevaba la portada, como se la llevó cuando fue visitado por Aznar. Es el vergonzoso tributo que la derecha española paga a ese "patrimonio de la izquierda" con el que cíclicamente le dan en toda la boca. *


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