Pilar Rahola, un producto de Madrid

Wifredo el Velloso es el antecesor del Conde de Barcelona.
Abuelo de la novia, por cierto...

Si cuando la boda de la Infanta Doña Elena en Sevilla parecía que era Rojas Marcos el que se había casado, ahora, tras los desposorios de la Infanta Doña Cristina en Barcelona puede parecer que allí lo que ha ocurrido es que Pilar Rahola se ha divorciado... de la Corona. En la boda de Doña Cristina, a Pilar Rahola le han dado mucha importancia... en Madrid, que es donde verdaderamente tiene importancia.

-Claro, es que en Barcelona la conocen y la tienen calada...

Claro que la conocen. Igual que a los etarras lo que más por saco les da es que se les diga que aunque traten de disimularlo son españoles, con las chapuzas y con la horteradas de los españoles, a Pilar Rahola lo que más tiene que fastidiarle es que se le diga, como se lo pongo aquí (solemnemente, para solaz de catalanes encantados con la boda de Doña Cristina) que se trata de un producto típicamente madrileño, como los huevos fritos con patatas de Lucio, los festolines de presentación de cosas en el Joy Eslava de Pedro Trapote o las exquisiteces de caviar de Enrique Fernández, el de Charlot.

Igual que para Goya el sueño de la razón producía monstruos, para Cataluña el sueño de la razón del centralismo produce monstruos catalanistas de Madrid, como Pilar Rahola. La Rahola es catalana como pueda ser catalán el Semon de la calle Capitán Haya, el restaurante magnífico que tiene en Madrid María Vidal, la discreta autora del banquete nupcial de la Infanta y don Ignacio Urdangarín, que es como tenía que haber puesto en las invitaciones, Ignacio; lo de Iñaki es como si el presidente del Congreso dijera:

-Tiene la palabra el señor vicepresidente de Gobierno, don Paco Alvarez Cascos...

Pilar Rahola es de las que se trabajan en España el doble juego. En Madrid se creen que es muy importante en Cataluña y en Cataluña se creen que es muy importante en Madrid. Cuando en realidad no es importante en ninguno de los dos sitios, aunque haya montado el cirio pascual en el altar nupcial de Doña Cristina. La desgracia de ésta que se tiene por independentista es que si no existiera Madrid, no la conocería nadie. Pilar Rahola es tan producto del centralismo madrileño como el reloj de la Puerta del Sol. Si no hubiera ido a Madrid de diputada y a pintar la mona en todas las tertulias y televisiones nacionales de España, a Pilar Rahola la conocerían los que la tienen que conocer: los de su partido (el que le vaya tocando en cada momento de su transfuguismo) y ya está.

Esto es muy español, pero muy poco catalán. El verdadero catalán piensa en su tierra y cree que no se le ha perdido absolutamente nada al Sur del Ebro. Cuando van a Madrid de políticos, son políticos de ida y vuelta, como Serra el de la Zodiac, como Roca. En el poder político de Madrid hay siempre una plaza montada de catalán. Hasta Franco tenía a Gual Villalbí. Como Suárez tenía a Punset, como González tenía a Borrell o como Aznar tiene a Piqué... i Banderillée. Pero el catalán de turno sabe que el establo de su caballo está en Barcelona. Se saben socios transeúntes con el poder central, y aunque en Madrid, están pensando en Cataluña.

Justo todo lo contrario es lo que ocurre con el resto de las regiones españolas. El asturiano que se va a Madrid, adiós pampa mía: no vuelve a su tierra más que al folklorismo de la sidrina, y ahí no sólo está Paco Cascos, sino que está Rato, que estaba Sabino Fernández Campos (mis respetos y mis memorias, don Sabino). Sólo cuando le dieron el portante y la media manta se volvió Gerardo Iglesias al pueblín. De los andaluces, ni les cuento. ¿Se imaginan lo que hubiera avanzado Andalucía si todo el esfuerzo que González y Guerra emplearon en Madrid lo hubieran echado en su propia tierra para acabar de una vez con el paro y las secuelas del subdesarrollo? Javier Arenas se fue a Madrid y por Andalucía dicen los de su partido que no le ven ni la matrícula. Incluso se llevó a Madrid con él a todo el que medio valía en el PP andaluz, de forma que por aquí abajo han dejado el cortijo en manos de las secretarias o poco menos.

En el catalán es distinto el resorte. El catalán piensa primero en lo suyo, después en lo suyo, y si le sobra tiempo, en lo suyo también. Pero allí. Al contrario justo de Pilar Rahola, que es una catalana folklórica para uso del resto de España acuñada por Madrid,. Si no hubiera llevado la de horas de tertulias de radio y televisión hechas en Madrid que la mocita tiene en su haber de Gunila del catalanismo, prontito iban a haberse fijado en su reivindicación de Wifredo el Velloso, que es como si cuando la boda de Doña Elena en Sevilla se hubiese hecho el desagravio a Fernando III. Honrando a Wifredo el Velloso quiere ser muy republicana, pero resulta más monárquica que Alfonso Ussía. Al fin y al cabo, con esa reivindicación de Don Wifredo, lo que hace es rememorar algo que se olvida, y es que la Monarquía española tiene unas raíces históricas en todos los Reinos que formaron España. Pilar Rahola tira un poco más lejos, porque siempre le gusta llamar la atención, pero lo de Wifredo es como si rindiera homenaje a Don Alfonso XIII. Por ejemplo. Porque como se atraca de balón republicano, se olvida de que Wifredo el Velloso es el antecesor del Conde de Barcelona. Abuelo de la novia, por cierto... *


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