Piano de cola y ala de cuca

     "Van teñidos tan horrorosos porque mientras las señoras disponen de multitud de colores, los caballeros sólo tienen dos tonos"

 

Gracias a que escribo en ÉPOCA me leen hasta en Guadalajara. Pero no en la Guadalajara de la Alcarria de Cela o de la cárcel de Vera y Barrionuevo, que no tiene mérito. En esta Guadalajara de aquí leen hasta a Fernando Savater, porque, como dijo Rafael El Guerra, hay gente pá tó. Hasta para leer los coñazos de Savater... En la Guadalajara que me leen es en la de allí, en la Guadalajara de México, gracias a que ÉPOCA puede verse por Internet. Como han satanizado Internet, nos creemos que la red sólo sirve para cochinerías y fotos guarras de niños en cueros, cuando a Carmelita Madrazo le sirve para leer desde Guadalajara a Campmany, a Jiménez Losantos, a Ussía y a servidor, lo cual comprenderán ustedes que no es ninguna cochinería. Carmelita es hija de Don Paco Madrazo, el famoso ganadero mexicano que criaba los toros de La Quinta, algo así como Miura al otro lado de la mar portuense del toro de Osborne. Y Carmelita, que por ganadera sabe bastante de capas y pelos, me ha dado la respuesta que no me supo contestar mi consejera de Asuntos Sociales, la Marquesa de Saltillo: por qué los señores van tan horrorosamente teñidos, mientras a las señoras ni se les nota.

La clave parece que está en que los señores, cuando tienen que ir a algo de la BBC (bodas, bautizos y congresos) se tiñen el día antes, mientras que las señoras tienen la color ya dada de días atrás. Y me cita Carmen el caso práctico de Joselito Huerta, un gran un torero mexicano que tuvo mucho cartel en la España de los años 50, a quien apoderaba Alberto Alonso Belmonte, sobrino del Pasmo de Triana. Recuerdo la tarde de la feria sevillana de San Miguel en que Antonio Bienvenida la dio la alternativa: parecía Huerta un dios azteca valentísimo y torero. Bueno, pues el dios azteca de mis recuerdos infantiles se ha pegado un tinte espantoso, no sé si negro zaino o negro azabache, pero negro desde luego. De modo que me cabe la duda de si los aficionados mexicanos que acuden a ver al novillero Fermín Spínola van para admirar a este chico que banderillea con mucha clase o para espantarse ante el tinte que se ha pegado su apoderado, que no es otro que el querido Huerta.

Estaba por decir, guiado por tales enseñanzas toreras mexicanas, que como los señores presumidos no quieren tener el pelo berrendo o entrepelado, se ponen mucho peor: colorado ojo de perdiz, castaño jirón, zaino... O algunos incluso melocotón, como Lauren Postigo. No deben de ir por ahí los tiros, porque otras teorías señalan que no es tanta la variedad de capa, pelo y señales en la oreja dejadas por la tijera del peluquero.

-- ¿Usted, qué? ¿Que va a organizar un Simposio sobre Tintes de Caballeros?

No, ese simposio ya se ha celebrado. Lo organizó el otro día Mari Cruz Domínguez, en su programa con participación de las oyentes en la COPE de Santa Cruz de Tenerife. Abrieron los micrófonos para que las oyentes dijeran sus espantos sobre el teñido de los señores, y en el congreso llegaron a la conclusión de que los tíos van tan horrorosos porque mientras las señoras disponen de multitud de colores, gamas, vetas y reflejos, los caballeros sólo tienen dos tonos de tinte:

1.- Color piano de cola.
 
2.- Color ala de cuca.

Esta cuca canaria no es ni Cuca García de Vinuesa ni Cuca Solana. Es la cuca, la cucaracha tinerfeña de toda la vida, cucarachón tremendo y de color amarillento. Ambarino más bien, me matiza Juancho Armas Marcelo, suprema autoridad mundial en cucarachas canarias, a quien he consultado a fin de no meter la pata. La pata de cuca, por descontado.

Mari Cruz Domínguez, que es siempre muy detallosa conmigo (y que una vez hasta me regaló una primera edición del libro de las letras de los cantes flamencos que recopiló el padre de los Machado), me llamó desde Tenerife para comunicarme las conclusiones de su simposio radiofónico: "No le des más vueltas. Todos los señores teñidos pueden clasificarse en uno de esos dos grupos. Ya sabes: o piano de cola, o ala de cuca... Igual que se juega a la canasta o al Trivial Pursuit, tus lectoras pueden en las sobremesas pasar el rato clasificando señores en uno de esos dos grandes grupos."

Hice la prueba con ella. Le pregunté, y me fue respondiendo:

--¿Julio Iglesias?

-- Piano de cola...

-- ¿Peret?

-- Piano de cola clarísimo.

-- ¿Don Juan Carlos I?

-- Pues yo creo que ala de cuca...

Crees bien, Mari Cruz... Ala de cuca total. Lo acabo de confirmar viendo (en la barbería, precisamente) sus últimas fotos con el barco en Mallorca. Está de un ala de cuca subidísimo. Y muy bien teñido. Así que me imagino que igual que todos los señores que quieren ir de elegantes frecuentan el sastre del Rey, ahora el secreto estará en saber quién es el peluquero que lo tiñe.

Los señores del sector ala de cuca, naturalmente.

No los del sector piano de cola... 


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