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El académico macero

"Aquí se le llama escritor fundamentalmente al que vive
de otra cosa que no tiene nada que ver con la escritura"

Me alegra mucho que haya entrado en la Real Academia Española, en el sillón que ocupó antes el poeta Claudio Rodríguez, el funcionario municipal madrileño Luis Mateo Díez. Con mi felicitación, va mi interesada pregunta: señor Mateo, ¿cómo se las avía usted para que cuantos medios informativos han dado su justa elección le llamen escritor y no funcionario municipal? Incluso he leído en un divertido artículo del poeta Antonio Hernández que no solamente es usted funcionario municipal, sino tan destacado escribano del Ayuntamiento de Madrid que va de macero con la corporación en los actos solemnes, revestido con dalmática a modo de sota de la baraja de Heraclio Fournier o de Colón del monumento de Barcelona. Ah, claro, será por la maza. Que los periodistas lo ven a usted con la maza al hombro, revestido de toda la gloria simbólica del poder en los actos públicos y solemnes de Álvarez del Manzano, y se dicen entre ellos:

-Colega, a éste no le vayas a poner que es funcionario municipal, llámalo escritor. Que, si no, nos arrea con la maza...

No sé si es un cachondeíto de Antonio Hernández o es verdad. En caso de que sea verdad, todos los que escribimos libros, a pesar de ejercer el periodismo, tenemos que hacer cuanto antes oposiciones a funcionario municipal. Estamos perdiendo el tiempo ante la crítica. Así no llegaremos nunca a la Real Academia, Campmany, ¿qué vamos a llegar, si somos periodistas? Lo que debes hacer, Jaime Campmany, es meterte a macero. ¿No hay maceros en ÉPOCA para los días de gala solemne? Verás cómo así, de macero, cuando publiques las espléndidas novelas que cada año te traes escritas de Italia, te llaman del tirón escritor y no te meten en la cuarentena del periodismo y te agreden con el curriculum, sobre todo con la dirección de Arriba. Ganándote el jornal como macero (ya que los libros sabes que todo lo más dan para desayunar, nunca para comer) lograrás el respeto de toda la crítica. Incluso de El País, que, sabiéndote funcionario municipal y con maza, a lo mejor hasta se digna hacer la crítica de tus novelas y te llaman escritor y no despectivamente periodista.

¿Quién vive de la literatura en España? Vivir, vivir, lo que se dice vivir: dedicarse a eso. Pues Terenci Moix, Arturo Pérez Reverte, Manolo Vázquez Montalbán y pare usted de contar. Los tres por cierto escriben en los periódicos. Pero deben de ser también funcionarios municipales, porque nunca les tratan despectivamente como periodistas que escriben libros, sino como novelistas que escriben en los periódicos.

Pero quizá no sea buen ejemplo el de Vázquez, Moix y Reverte. Aquí se le llama escritor fundamentalmente al que vive de otra cosa que no tiene nada que ver con la escritura, al que tiene otra ocupación laboral o profesional y destaca socialmente por su afición a la escritura. ¿Cuántos escritores oficiales no se ganan la vida ni con los libros ni con la escritura, sino como honestos profesores de Instituto, como funcionarios autonómicos, como ingenieros? Aunque el ingeniero Gómez esté en plantilla de Dragados y gracias a eso tenga tiempo libre por las tardes y dinero cada mes como para poder escribir unos coñazos de libros que no lee nadie y que nadie compra, cuando la crítica hable de su obra se referirá por descontado al escritor Gómez, no al ingeniero de Caminos señor Gómez, del departamento de Proyectos. Pero si Gómez, ay, es periodista, y encima de serlo tiene la desfachatez de escribir todos los días un artículo literario y, no conforme con ello, es poseedor además del bien literario más escaso y que mayores envidias despierta en España (lectores), entonces, de cagalástima, quizá le hagan la crítica al último libro de Gómez, del que ya se han vendido por cierto 50.000 ejemplares. Muy despectivamente, eso sí. Dirán: "El periodista Gómez acaba de publicar una novela, en la que se le ve a leguas su oficio de periodista". ¿Y el oficio de macero, no se le ve al otro? ¿Y el de ingeniero de Caminos, no se le nota al otro que escribe esos ladrillos impresionantes, como redactados con la regla de cálculo? Si siempre he admirado a Pepe Hierro es, calidad aparte, porque ha sido siempre presentado como poeta, nunca como redactor de Radio Nacional de España, que es como se ha ganado honradamente la vida, porque con los versos no se come. El citado Antonio Hernández, a quien también admiro, siempre es oficialmente poeta, nunca funcionario del Ministerio de Cultura.

Si escribir en España es llorar, escribir libros siendo periodista y no macero municipal es una desgracia social como otra cualquiera. Es un pecado del que sólo puedes librarte si eres progre con carné, progre por la Escuela Oficial de Progres, que es El País, donde llevan el Registro Oficial de Progres del Reino. Si eres progre de toda progresía, entonces puedes ejercer el periodismo como oficio y escribir además libros, que te llamarán novelista, escritor y todas esas cosas. Vamos, como si fueras un macero municipal cualquiera. *


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