Cada
                vez más se tiende a igualar por abajo, hacia lo fácil, hacia
                lo cómodo, hacia lo rentable, hacia lo vulgar, hacia lo amoral
                o hacia lo políticamente demagógico. Por eso me encanta que
                frente a esta tendencia degenerativa haya síntomas de que en
                algunas cosas también se iguala por arriba. Ejemplo: el golf.
                Un deporte que era de millonarios de primera en su tercera edad
                se ha democratizado, y cada vez lo juegan más personas normales
                con problemas para llegar al día 30 de cada mes, pero con
                ansias de aire libre y vida sana. Y otro ejemplo, lo más de
                moda este verano: los cruceros. Aquel Curro que se iba al Caribe
                en los 90, harto de ir a Cancún o a Puerto Plata, ha
                descubierto los cruceros en los 2000. Antes no conocíamos a
                casi nadie que hubiera hecho un crucero. Para hacer un crucero
                había que ser dueño de media Extremadura y, encima, vender un
                cortijo para poder pagar el viaje. Por eso no conocíamos a
                ningún crucerista. Aunque todos queríamos serlo.
                Comprob� el morbo de los
                cruceros con una curiosa historia que ocurri� en Espartinas, un
                pueblo del Aljarafe sevillano. Su alcaldesa, Regla Jiménez, es
                una de las máximas partidarias que tiene Fraga en toda España.
                Y como señal de las buenas relaciones entre Galicia y
                Andalucía, don Manuel regal� un crucero al pueblo de
                Espartinas. Era un crucero gallego, naturalmente: una artística
                cruz de piedra, con un Cristo de los caminos de Valle y
                Rosalía. Fraga escribi� a la alcaldesa anunciando que regalaba
                al pueblo un crucero. Pero qu� ansias de vacaciones en el mar
                no tendremos, que la alcaldesa tom� la palabra
                "crucero" en su acepción turístico-marítima y,
                honrada y transparente como pocas en el ejercicio del poder y en
                la administración de los caudales públicos, no se quiso quedar
                con nada. Otra alcaldesa y otros concejales se hubieran ido
                ellos solos al crucero regalado, y al pueblo que le fueran
                dando. Pero la alcaldesa puso por toda la villa un anuncio que
                decía: "Don Manuel Fraga va a regalar al pueblo un
                crucero. Los que quieran ir a este crucero pueden apuntarse en
                el Ayuntamiento."
                La cola que se form�
                inmediatamente daba dos vueltas a la manzana. Todos querían ser
                como los protagonistas del telefilm del barco del amor o como
                los pasajeros de aquellos primeros cruceros españoles que
                anunciaba Mari Cruz Soriano. No es para descrita la frustración
                colectiva que sinti� todo el pueblo cuando se aclar� que el
                crucero era de piedra, muy artístico, eso s�, y que no había
                transatlántico de lujo alguno. Lo que regalaba don Manuel Fraga
                era una cruz de piedra y no un viaje por las islas griegas que
                partiera de un puerto gallego.
                Cuando veo las cifras estimadas
                de españoles que este verano harán un crucero veo cómo se
                están haciendo igualitarios los lujos de antaño. ¡Ni que don
                Manuel Fraga nos regalara un crucero a todos, pero no de piedra,
                sino de barco y de costas mediterráneas! Este año, 150.000
                españoles, familias enteras, harán un crucero. Especialmente
                por el Mediterráneo, que no es por el Mediterráneo como tal,
                sino por el Adriático y el Egeo: mucha Venecia, mucho
                Dubrovnik, mucha Grecia y mucho Partenón. Otros tirarán por lo
                nórdico; ya se sabe, el crucero por los fiordos noruegos y el
                sol de medianoche. Y otros, los menos, con posibles para pagar
                los pasajes de avión de toda la familia hasta Miami o San Juan,
                se irán para el Caribe, muchas Islas Vírgenes, muchas Antillas
                mayores y menores. Y del mismo modo que antes sabíamos de un
                señor rico podrido que todos los veranos se daba el caprichito
                de un crucero o conocíamos lo bien que se lo pas� aquella
                marquesa cuando fueron de crucero con la compañía Ybarra a la
                boda de Don Juan Carlos y Doña Sofía en Atenas, el crucero
                est� ya al alcance de todos los españoles. Que levante el dedo
                quien no tenga a alguien de la familia, a un cuñado, a una tía
                o una sobrina que no se vaya este verano con los niños y hasta
                con el perro a un crucero por las islas griegas. Y más
                españoles que iríamos a los cruceros que parece que los regala
                Fraga si las campañas de publicidad lograran acabar con su mala
                imagen dietética. Eso que dicen que como en los cruceros se
                come tanto, que las vacaciones en el mar son muy malas para
                conservar la línea. Cada vez que alguien ha dicho en mi
                presencia que se va de crucero, es que no ha fallado. Alguien ha
                dicho inmediatamente: "Ten mucho cuidado, que en los
                cruceros no se hace otra cosa que comer todo el santo día, se
                viene gordísimo..." A pesar de los kilos de más y a
                juzgar por todos los que presumen de que se van de crucero, el
                Mediterráneo, el Mar del Norte y el Caribe tienen que estar
                este verano de embotellado de cruceros como la M-30 a la hora
                punta de entrada al trabajo. Lo que no me negarán que es un
                gozo: igualar por arriba, por donde antes los exclusivos
                millonarios del crucero.