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De rosa y oro 

                                            por Antonio Burgos


Num. 3110 - 11 de marzo del 2004                                    Ir a "¡Hola!" en Internet
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Cuando el helicóptero presidencial de los Estados Unidos aterrice en algún verde prado de la Casa Blanca, ya no veremos más en el telediario cómo una simpática perra blanca con manchas marrones desciende del aparato mucho antes que el político más poderoso de la tierra y olisquea por allí como verdadera dueña del lugar, moviendo el rabo con esa alegría que los humanos nunca podremos aprender de estos animales ni aunque nos toque la primitiva. "Spot", la perra de los Bush, la ilustre spaniel nacida en la propia Casa Blanca, hija de "Millie", la de Bush senior, ha muerto a la venerable edad de quince años. Como personaje verdaderamente importante que era, los periódicos de Estados Unidos han publicado su obituario, con sus hazañas de lealtad y cariño hacia los Bush.

Una nación donde los presidentes tienen perros que los votantes conocen por sus nombres es verdaderamente una sociedad avanzada. En esas sociedades La democracia no es sólo el relevo de los partidos en el poder, sino la sustitución de una mascota presidencial por otra. Antes que "Spot" se hiciera famosa bajando escalerillas de los aviones presidenciales, el animal más conocido de la Casa Blanca era un gato: "Socks", el gato blanco y negro de Clinton. Los americanos, con sus votos, decidieron un día que el gato demócrata de Clinton fuera sustituido por la perra republicana de Bush, y no quiero que se me note en la aplicación de los adjetivos la menor preferencia hacia los felinos. Estoy sencillamente nombrando a los partidos políticos en cuya representación llegaron a la Casa Blanca gato tan famoso o perra tan simpática. Desde donde ganaron cientos de admiradores para sus dueños. Los americanos le escribían a "Socks", y Clinton tenía un equipo de asesores que contestaba las cartas de los ciudadanos, que firmaba el gato presidencial con un sello de su garra. "Spot" no fue menos literaria, pues en el sitio de la Casa Blanca en Internet podía leerse no sólo su biografía, sino sus frases y sus ideas.

En la muerte de "Spot" quiero reivindicar a España como sociedad avanzada en materia de animales famosos en las altas esferas del poder. Como suele ocurrir, admiramos en los americanos o en los ingleses lo que no sabemos valorar en nosotros mismos. Mucho antes de que la CBS y la NBC en sus informativos hicieran famosos a las mascotas de los inquilinos de la Casa Blanca, los perros ya paseaban orgullosamente por los salones de los palacios reales españoles. Basta admirarlo en el Museo del Prado. Estados Unidos era una tierra por descubrir y la Casa Blanca en el mejor de los casos una cabaña de pescadores a orillas del río Potomac cuando Velázquez ya pintaba los perros del Palacio Real en "Las Meninas". Sólo nos falta ese punto de popularidad de los animales en que los americanos colocan a estas mascotas, introducir a nuestros perros regios o a nuestros gatos presidenciales en el "star system" de la fama. Su Majestad el Rey es amante de los perros y hay por ahí decenas de dueños de un "golden retriver" que presumen de una mascota que es hija o nieta de uno de los perros de Don Juan Carlos. Pero al contrario de los Estados Unidos, no sabemos siquiera el nombre de los perros de La Zarzuela como conocemos los de la Casa Blanca.

Aunque estemos en plena campaña, como José María Aznar ya no se presenta a las elecciones puedo hacer el elogio debido a su amor por los gatos. Aquí mucho hablar de que Clinton hizo famoso a "Socks", pero La Moncloa, en materia de gatos le gana a la Casa Blanca por el amplio tanteo de 3 a 1. Al llegar a la residencia presidencial, Aznar recogió a dos ilustres gatos, callejeros puros de aquellos jardines, "Manolo" y "Margarita", que pasaron a gozar de las excelencias del poder en el interior del palacio. "Manolo" y "Margarita", pareja estable, no están solos. Hay un tercer y desconocido gato monclovita que es "Lucas", cuya historia está llena de ternura. Como La Moncloa es igual de grande que un pueblo, por allí hay hasta gatos callejeros. El luego llamado "Lucas" era un gatito que vagaba por aquellos jardines, hasta que una mañana lo atropelló un coche oficial. Le rompió una pata. Como Aznar tiene cerca a personas que también aman a los animales, le comunicaron pronto la mala nueva del gato atropellado por el coche oficial, tras lo cual el presidente aplicó todo su poder a la búsqueda de un veterinario que le curase y escayolase la patita rota al pobre gato. El cual, desde entonces, vive feliz junto a "Manolo", a "Margarita"... y a su dueño. Y más feliz que vivirá "Lucas" después de las próximas elecciones, cuando Aznar pueda abandonar pequeñas obligaciones sin importancia como la prosperidad económica de España o su seguridad interior y exterior, y dedicarse a esos altos intereses de Estado que son el cuidado de sus tres gatos. No sé España, pero "Manolo", "Margarita" y "Lucas" entonces sí que van a ir bien...

También en El RedCuadro:  Gatos, perros y otros maravillosos animales  Los Gatos Contados por Sí Mismos   "Gatos sin fronteras"

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