Luis Nieto: "Torero de armonías"


Curro Romero y Antonio Burgos con Carmen Tello

Foto: PIZARRO

Presentación de la biografía de Curro Romero

Curro Romero y Antonio Burgos compartieron un ruedo de papel
Pérez Reverte y Alvaro Domecq apadrinaron la nueva obra
Cartel de lujo en el ruedo del Alfonso XIII: Alvaro Domecq, Curro Romero, Arturo Pérez Reverte y Antonio Burgos. Los tendidos, abarrotados y presidiendo el original cartel anunciador que marcaba un acto taurino literario muy especial.
Luis Nieto , Sevilla

Se dieron cita dos toreros, Alvaro Domecq y Curro Romero, y dos escritores, Arturo Pérez Reverte y Antonio Burgos. Excelente idea para dar la alternativa a ésta última biografía sobre Curro Romero escrita por Antonio Burgos.
Y como testigos, multitud de personajes ilustres de toda España. Maestros en tauromaquia, como Pepe Luis Vázquez o Litri. Nobleza, como la duquesa de Alba. Médicos, como el cirujanos taurinos Vila, de Sevilla. El mundo de la economía, con Alvarez Colunga, del empresariado andaluz; ganaderos, artistas del flamenco, como Juanito Valderrama o María José Santiago. Periodistas, como Tico Medina o José María García. Y políticos, como Javier Arenas y Alvarez Cascos, con Mayor Oreja, el ministro del Interior y , del alcalde de Sevilla, Sánchez Monteseirín y Soledad Becerril.
Allí estaban todos...o casi todos, porque en cuanto a ausencias, el autor del libro nos recordó la de la Condesa de Barcelona, «la reina del currismo» y la de José Manuel Lara, el desaparecido editor de Planeta.
Burgos, tras ese inciso, contó cómo nació este libro desde que aquel 26 de mayo de 1957 viera salir a hombros a Curro Romero en Sevilla. Y antes de Burgos, tres espadas de lujo presentaron la obra. Alvaro Domecq que definió a Curro Romero como «un hombre cabal, con hechuras, con temple», que «cuando sale el toro, sabe si le sirve o no» y que «aunque no hace la suerte de matar como Rafael Ortega, Curro la hace y ya está» y, como remate, dijo: « Me atrevo a decir que este libro supera al de Chaves Nogales sobre Belmonte».
Arturo Pérez Reverte, que se declaró aficionado, aunque no técnico, se echó al ruedo elogiando la figura del diestro camero: «A mí me impresionó mucho ver en La Campana, como la gente con fervor total, le decían Adiós maestro...maestro, cuando en nuestros días tenemos muy pocos a quienes decir maestros».
Pérez Reverte hizo un análisis exhaustivo de la obra de Burgos y destacó sobremanera «la pureza que siempre ha buscado Curro Romero y que es su obsesión». Pérez Reverte concluyó su faena afirmando que en este caso «el mito no tiene los pies de barro» y «se me paró el reloj leyendo este libro» como se les paró el tiempo a tantos y tantos aficionados, extasiados ante el toreo de El Faraón.
Y allí salió el maestro, con su faena medida «porque me siento como gallina en corral ajeno», y con un par de lances dejó las cosas en su sitio. Un lance para dar las gracias a «Alvaro Domecq, qué faena Alvaro, que despacio» y otro lance de agradecimiento a Pérez Reverte, porque «eres largo, profundo. Hoy no te hubiera ganado la pelea ni Joselito el Gallo».


La mesa presidencial

Foto: PIZARRO

 


Torero de armonías 
Lo extraordinario de un artista es que jamás deje indiferente al público. Romero lo ha conseguido. Y no solamente por su palmarés, donde ha habido de todo, sino por su personalidad.
Por eso Curro despierta pasiones y a sus partidarios se les ha catalogado de fanáticos y hasta de masoquistas. Burgos, en esta nueva biografía sobre el camero, realiza toreas de escriba y se limita a ser el vehículo para el que torero cuente su vida. Surge así, a través de historias independientes, la personalidad de Curro Romero, configurada por una infancia dentro de la pobreza en su pueblo; su amor al campo «me sigue gustando estar en el campo, andar por el campo. Escuchar el campo...Que parece que te habla».
Su timidez, otro rasgo esencial en su manera de ser. Romero aflora así, con templanza, como le gusta a él la gente, con sus propias palabras y con su manera de decir. Y dentro de este libro salpicado de anécdota y personajes de insuperable gracia, como Caracol padre o El Loqui, Antonio Burgos marca el camino social de la España del último siglo. Y Curro, cómo no, explica el nacimiento en esta obra de esa frase que ha trascendido el mundillo taurino, 'el tarro o tarrito de esencias' de su toreo: «Yo, por lo menos, al primero que lo escuché comentando una corrida mía lo del tarrito de las esencias fue a Lozano Sevilla, en la corrida de la Prensa de Madrid, el 4 de julio de 1963, que la toreé con los Hermanos Girón y con Pedrés. Lo dijo por Televisión Española. Si el toreo es esencia, Curro Romero posee de esa esencia algo mejor, el extracto, del que sólo bastan unas gotas, esparcidas, para perfumar no Madrid ni Sevilla ni un lugar determinado, sino todo el mundo de la fiesta, el universo entero». Y luego lo cogió enseguida Cañabate, que puso en crónica, ya cuando me vio y se convenció de mí, lo mismo de la esencia...
Pero más que lo del tarro me gustaba lo de Gonzalo Carvajal, que escribía bien, en el Pueblo...que fue el que me puso lo de El Faraón de Camas. Que eso me gustaba más. Pero sobre todo me gustaba lo que dijo de mí Gregorio Corrochano:
«El torero de la armonía...Y yo creo que eso del tarro de las esencias no va conmigo tampoco. Y yo creo que eso del Tarro de las Esencias no va demasiado conmigo, la verdad. La Armonía es más bonita siempre».