Miércoles, 16 de febrero de 2000

JAVIER VILLAN


Un mito de romance


Ni la Maestranza en domingo de Resurrección pudo soñar tal esplendor hasta la bandera como hubo ayer en un hotel de regio abolengo. Sevilla entera, qué digo Sevilla, el mundo entero andaba por jardines y galerías para ver al héroe, Curro Romero, y a su exégeta, Antonio Burgos. Romero bajo los fogonazos de las cámaras; incluso de paisano merece la pena verlo hacer el paseíllo. Hacen la presentación de este libro en la Maestranza y la reventa se hincha a ganar dinero.

Aquí se vio ayer que Curro Romero es Sevilla y que Sevilla es Curro Romero. Osmosis y trasvase, que en Romero se transmuta en una nueva naturaleza: el currismo que es una fe y una observancia, una revolución interclasista y mítica. Como en los romances de vieja estirpe ayer se apretujaban cerca del ídolo nobles y plebeyos, ministros y mozos de espadas, sabios y analfabetos.

Ha sido como un Domingo de Resurrección, que se llama así en Sevilla no porque resucite el Cristo, sino porque todos los años resucita Curro. Rostro nuevo de Sevilla, cuando el olor a romero se sobrepone al olor del incienso y cera de la Semana Santa. Y cuando lances y muletazos, mecidos como sólo Curro sabe mecerlos, rasgan el velo de las tinieblas y los pasos mecidos también y a golpe de saeta. Ha llegado pronto la Feria y el día de gloria, para compensar quizá el retraso de este año: Curro Romero, la esencia; con tres nombres habituales de la Maestranza en tan señalada fecha: Curro Romero, Alvaro Domecq y Antonio Burgos. Y uno nuevo en esta plaza, navegante de los Mares del Sur, Pérez-Reverte. Han hecho el paseíllo desmonterados sin tener por qué, pues su magisterio los autoriza al tocado y al cubrimiento por derecho propio. Y hemos visto, en esta insólita corrida, que Curro Romero tiene no sólo inmortalidad torera, sino biografía humana.

Al hombre escondido y silencioso, al mito que no acaba de creérselo -como no se cree el milagro de una verónica o de un redondo- Antonio Burgos le ha sacado a la plaza pública su vida, su intimismo, su faena imposible. Mano a mano entre el silencio y la palabra.