Este no es un libro sobre toros, ni sobre un torero, ni sobre
el arte de la tauromaquia, aunque de todo ello tiene. Es, en
esencia, una reflexión disfrazada de entrevista sobre la
esencia del alma española. Qué es, a fiin de cuentas, lo que
define al ser español y cómo "la esencia de los
toreros" recoge "la esencia de España". Nos
explica, entonces, cómo el arte del torear define a España
ante el mundo.
Pero el autor ha hecho algo más.
Antes que español, andaluz; antes que andaluz, sevillano,
Antonio Burgos reivindica en este tomo el habla de Andalucía
como definitoria de una de las variantes nacionales que
constituyen hoy el estado multinacional que es España. Y no le
fue fácil. En una entrevista en la televisión española narró
como los editores constantemente le corregían el texto para
acoplarlo a lo que consideran "español estándar" y
él tenía que perder horas corrigiéndolo nuevamente para
devolverle su peculiaridad andaluza.
Se trata de una de las luchas que van dándose en la España
de hoy para que cuaje la realidad de que el español de Castilla
no es la norma de corrección de la lengua española y que las
variantes asturiana o andaluza, pongamos por caso, son tan legítimas
como la cubana o mexicana o argentina o puertorriqueña. Se
trata también de que logre plasmar la realidad de que España
no es una nación homogénea sino un estado multinacional en el
que las lenguas de nacionalidades tan específicas como la
vascuence, la catalana o la gallega han de tener la misma
legitimidad y plena igualdad con la castellana o andaluza o
canaria.
El libro, sin embargo, es una larga entrevista al mítico
torero Curro Romero. El torero habla en primera persona, con
intensa emoción, con vuelo poético, ese vuelo poético que
parece ser el habla toda de Andalucía. Pero todo ha pasado, por
supuesto, por el filtro del entrevistador que preguntó,
seleccionó, orientó la narración, ordenó los párrafos y, a
fin de cuentas, nos entregó un Curro Romero que le permite a un
extranjero leer en una historia tan personal, como si fuera una
novela, el alma de un pueblo.
Curro Romero, la esencia, se lee como novela, se lee como
biografía y se lee, también, con la urgencia y el sobresalto
de la entrevista periodística y el sabor del habla popular sin
remiendos académicos.
El Curro nos enseña que torear es un arte. Como todo arte,
no siempre sale. Por ser arte, encarna entonces un sentimiento,
una forma de entender la vida. Y es que en cada lance el torero
arriesga su vida y en cada lance en que sale airoso triunfa la
vida. Es así como ese sentido trágico de la vida que se le ha
achacado siempre a España queda en estas páginas transmutado
en el arte de saber enfrentarse gallardamente a la muerte y
vencerla. Eso vale.
Ramón Arbona
- semanario "Claridad"
- San Juan, Puerto Rico