Memoria de Andalucía

El Mundo de Andalucía, sábado 15 de noviembre de 1997

Antonio Burgos

De "Hastío" y Los H.H. a García Pelayo

 

La canción no era malísima. Era peor todavía. Nel blú dipinto di blú de la adolescencia estaba escrito aquel "Hastío", mechado de canción francesa de Charles Trenet, con un eco de atuendo negro de Juliette Grecó, de cavas de Montmatre, del primer trenka parisino que hubo por Sevilla, que fue el de Juan Laffita el escultor, cuya primera obra recordada fue el muñeco de nieve en la Plaza Nueva la noche de la nevada. La canción, francesa, no pegaba ni con cola en aquel universo musical tan italianizante o tan anglosajón que comenzaba llevar al triunfo del Cine Florida, al Conjunto Yungay, con Josele a la batería y Manolo de vocalista. Dicen que fueron las raíces del rock andaluz. A mí que me registren. A mí, como autor de música y letra de "Hastío", que me registren. Aquello, a pesar de lo que se ha escrito, no tenía nada que ver con el rock. No era Elvis todo lo que relucía. Sí, conocíamos el "Rock del reloj". Alguien había traído a un guateque de azotea aquel microsurco a 45 r.p.m. Pero íbamos de Francia a Italia, y de Italia a los Estados Unidos importados por el Dúo Dinámico.El Cuarteto Yungay estrenó "Hastío" en el programa de José Luis Bustamante, y estábamos encantados con tener canción propia. Tan mala como estos sus primeros versos era el resto de la canción:

Yo me he encontrado aquí,

por esta vida voy,

no sé por qué será,

que existo yo...

Tardoexistencialismo trasnochado, como la barbita francesa de Juan Laffita, o las esculturas picassianas de Emilio García Ortiz, París entre alfares de Triana. Los conjuntos de los últimos años 50 y arranque de la década de Kennedy y Juan XXIII tenían un repertorio de aluvión. El Yungay sacó sus canciones de algunos viejos discos de pizarra, de los que quedaban por todos los cuartos de los chismes. Una de aquellas canciones nunca supimos de quién era, ni de qué país, ni quién la cantaba: "La Moment Kikí". Otra canción de gran éxito del Yungay fue "Blue Moon", la vieja canción americana. "La Moment Kikí" servía de presentación del conjunto, la música que sonaba cuando se abrían cortinas, como habíamos oído "Tea for two" en el relevo de orquestas en los grandes salones de baile que contemplábamos absortos en un paraíso del domingo que llamado Cine Pathé.

El rock tardaría en llegar. Del mismo modo que ahora resulta que todo el mundo estaba en París en mayo del 68, también todo el mundo parece que tenía un negro amigo en la emisora de American Forces Radio de Rota o Morón que le prestaba discos. De eso alardea ahora Jesús Quintero, pongo por caso, de los discos de los americanos, cuando la verdad es que Quintero, entonces, estaba en el mundo de las Hermanas Benítez y de corazón de melón, melón, melón. Como estábamos todos hasta las cejas en la canción melódica. A lo más, llegábamos a Paul Anka, a Los Platters. Por ahí estaba incluso los que eran la gran competencia del Cuarteto Yungay: Los H.H. Los Hermanos Heras. Por cuestiones numéricas, Los H.H. iban más de Dúo Dinámico. Cantaban canciones americanas por el Dúo Dinámico. Léase "Verdes campiñas", que fue su gran éxito, como era la canción que oíamos en lo que era nuestro venero de la afición, menos lobos de American Forces Radio. "Discomanía" de Raúl Matas:

La canción más dulce,

la que llega al alma,

y la que llena de alegría,

llegará hasta vuestros corazones,

la llevará Discomanía.

A lo más que llegábamos, en americana musical materia, era a las crónicas que Angel Alvarez enviaba a "Discomanía" desde la ciudad de los rascacielos. Razón por la cual solíamos quedarnos en El Dúo Dinámico. Asocio el sonido de "Verdes campiñas" a muchas siestas de radio en el veraneo de Bachillerato Superior, días del Sevilla C.F. de Campanal en el Trofeo Carranza retransmitido por Juan Tribuna, cuando oíamos a Raúl Matas. Con ese sonido conectaron aquellos H.H. que ya iban de profesionales, mientras el Yungay era la aventura de unos niños de los jesuitas. Los H.H. grabaron pronto un disco, oh, un disco, y abrieron de verdad el camino que después habrían de recorrer, paradójicamente rápidos, Los Lentos, el otro gran grupo de aquel arranque de las inquietudes musicales de unos gustos que aún habrían de pasar unos años para que se hicieran al paladar de Los Beatles. Beatles, de verdad, conocíamos más bien a los de Cádiz que a los de Liverpool.

Quien, claro, iba por otro lado era Gonzalo García Pelayo. Nosotros estábamos en la órbita de José Luis Bustamante y de Alfonso Eduardo. Yo evoco ahora una reunión en los altos de la Pescadería Málaga con los dos grandes primeros "disc jockeys", que fueron Quintero (Radio Nacional) y Pérez Orozco (Radio Vida). Hablamos de todo, menos de rock. Hablamos de Eurovisión, de Marionetas en la Cuerda, de Los Lentos que son ya profesionales y de Los Players, que les siguieron. Ni conocíamos a Gonzalo García Pelayo, que estaba aún en el colegio de donde había salido el Yungay. Habrían de pasar muchos años para que de verdad se oyeran discos de los americanos de la base y para que García Pelayo abriera el "Don Gonzalo" en Los Remedios del Sloppy Joes. Como todas las vanguardias, el rock llegó a Andalucía con el habitual retraso. Para mí que no hubo tal hasta que llegó "Smash", y llegó la basca, y llegó la acuñación de todo un lenguaje ahora tan en boga, el de los sufijos en -ata y en -ona, bocata, litrona, que definió García Pelayo en el "Manifiesto de lo Borde".


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