Memoria de Andalucía

El Mundo de Andalucía, sábado 17 de enero de 1998

Antonio Burgos

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La Tertulia Flamenca de Radio Sevilla

 

Igual que ahora la televisión es lavadora y secadora de mentes, entonces la radio era acicate de inquietudes. Aún estaba prohibido que las emisoras tuvieran servicios informativos propios, y era obligatorio que a las dos y media de la tarde y a las diez de la noche, las emisoras conectaran con Radio Nacional para dar el diario hablado del régimen. Régimen que estaba buscando las tablas. Porque en la Cadena SER, que aún más Sociedad Española de Radiodifusión que SER, Manuel Martín Ferrand acababa de inventar "La Hora Veinticinco", que era un programa nocturno donde, con apariencias de boletín cultural y revoltillo de amenidades, se iba dando poco a poco lo que se ahora entiende por información política y entonces ni se podía comprender.

Antes que aquella gran apertura de la SER, Sevilla tuvo una gran conmoción con las nuevas fronteras que Manuel Alonso Vicedo abrió en Radio Sevilla. Vicedo venía de Radio Vida, la gran cantera de la radiodifusión sevillana, la emisora de los jesuitas que luego daría origen no sólo a Radio Popular, sino a la Cadena de Ondas Populares Españolas, no se miente a la verdad ni se falsea la historia si se dice que la COPE nació en Sevilla, y de la mano de un jesuita, el padre Manuel Linares. Vicedo se hizo popularísimo desde Radio Vida, siendo Radio Vida poco menos que una emisora parroquial con pretensiones, con menos potencia en aquel poste emisor que estaba en los campos de fútbol del Colegio Portaceli que el motor de un mosquito de los que vendía Arteman. Radio Vida era una radio de 49 centímetros cúbicos, que no hacía falta carné (de periodista) para conducirla. Allí Vicedo, con Salustio, (cuyo nombre era Lorenzo Ortiz), se hizo muy popular. Simbolizó una nueva generación frente a la vieja radio de Rafael Santisteban, Agustín Embuena, Manolo Bará, Juan Bustos, Carmina Morón.

A Vicedo se le quedó chica Radio Vida y saltó a Radio Sevilla, la emisora decana, EAJ-5 nada menos. Y por las paradojas del destino, fue la misma emisora desde donde había implantado Queipo de Llano la dictadura militar la que prestó sus micrófonos a lo que entonces se decía "la apertura del régimen". No es que Vicedo fuera, ni mucho menos, lo que se decía entonces un rojo, pero dio mucho juego a rojos peligrosísimos como Manuel Barrios. E hizo salir la emisora del patio de González Abreu a la ciudad toda. Con los Populares de Sevilla y los Famosos de Sevilla, premios que concedía anualmente al modo de "Los populares de Pueblo" que había inventado Emilio Romero, Radio Sevilla cada vez tuvo mayor presencia en la ciudad. Se abrió a la literatura, a la nueva narrativa andaluza que entonces empezaba, con una Tertulia Literaria que, en torno a Barrios, dio acogida a una serie de rojos importantes como Marino Viguera, como Manolo Carrasco, como Laza. Y se abrió, sobre todo, al flamenco. Hacía ya años que estaba en marcha la Flamencología, palabra inventada curiosamente por un argentino, por González Climent. Pero la antorcha de la Flamencología la llevaba Córdoba y la llevaba Jerez, con Juan de la Plata y con Manuel Ríos Ruiz, promotores de la Cátedra de Flamencología, o Córdoba, reverdeciendo los laureles del Concurso de Cante de Jondo de 1922 en la Granada de Falla. Siendo Sevilla lo que era en el cante, y siendo Utrera lo que era, y siendo Lebrija y Alcalá y Mairena lo que eran, en el flamenco mandaban más Jerez y Córdoba. Córdoba había empuñado las llaves del cante y en su concurso, por ejemplo, fue descubierto Fosforito. Y en Córdoba estaba Ricardo Molina, el gran poeta de "Cántico", quien escribió con Antonio Mairena aquella Biblia que publicó nada menos que la Revista de Occidente y que se tituló "Mundo y formas del cante flamenco".

Frente a Córdoba y frente a Jerez, Radio Sevilla terció en el triángulo del cante con la Tertulia Flamenca, que animó el inolvidable Rafael Belmonte García, hermano del Pasmo de Triana, médico analista, sevillano cabal del Arrabal y Guarda, hermano del Cachorro, gran aficionado al flamenco e inspirado poeta popular. Belmonte, con Manolo Barrios, con Luis Caballero, formó corte en torno a Antonio Mairena, el gran recopilador de los cantes, el gran intérprete de su purismo, cuyo magisterio potenció el altavoz de la radio. Corte en la que no faltaron otras figuras como el guitarrista José Cala El Poeta o como Antonio Núñez Chocolate. Y como en aquella radio animada de Vicedo, la Tertulia Flamenca tuvo una gran presencia en la ciudad. De la Tertulia, por ejemplo, surgió la iniciativa de rotular con nombres de palos del cante y de artistas flamencos las calles del Polígono de San Pablo. no en balde uno de los componentes del programa era el director de la Obra Sindical del Hogar.

Quizá el mayor logro de la Tertulia Flamenca, en torno al magisterio de Mairena, fue la Misa Flamenca. La Iglesia acababa de aprobar en el Concilio Vaticano II las lenguas vernáculas y era la fiebre de las misas autóctonas: la Misa Luba de los africanos, la Misa Criolla de los argentinos. Aunque había habido intentos anteriores, fue la de Antonio Mairena y la Tertulia Flamenca de Radio Sevilla la gran Misa Flamenca. Fue presentada en un congreso que las Juventudes Musicales celebraron en Milán, adonde fueron todos los flamencos tertulianos, imagínense con qué ambiente, en tren, de Sevilla a Lombardia, en un departamento ferroviario lleno de tapitas y de botellitas de vino. Es una pena que Rafael Belmonte muriera sin haber dejado escrito el anecdotario de aquel viaje en tren de los flamencos de Sevilla camino de Milán, para oír cantar a don Antonio Mairena el Padrenuestro por soleá...


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