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Memoria de Andalucía

 Antonio Burgos

El Mundo de Andalucía,   sábado 17 de abril de 1998


Doña Victoria Eugenia, la verdadera Reina Castiza

Doña Victoria Eugenia, de amazona en la Feria de Sevilla, vista por Idígoras y Pachi

Doña Victoria Eugenia, de amazona en la Feria de Sevilla, vista por Idígoras y Pachi
 

 

"Era rubia como el trigo a la salida del sol..." Lo dijo Rafael de León en el hermoso verso de una sevillana, y no seremos precisamente nosotros quienes nos atrevamos a contradecir a quien, aparte del mejor poeta popular español de todo el siglo, era Marqués del Valle de la Reina y Conde de Gómara, monárquico hasta los florones y las perlas de sus coronas nobiliarias y más sevillano que los naranjos en flor. Así que digamos que era rubia como el trigo a la salida del sol, y que era inglesa, pero no inglesa de cualquier manera: era bastante inglesa, inglesa por los cuatro costados, Battemberg puro. La Reina más guapa que ha tenido España, mejorando las presentes...

-- Y sin mejorarlas, Burgos, y sin mejorarlas...

Bueno, pues eso. La Reina más guapa que ha tenido España. Anda que Don Alfonso XIII elegía malamente a las novias en la Corte de San Jaime, entre las descendientes de la Reina Victoria... Doña Victoria Eugenia era en verdad la Reina Castiza. A los efectos de Madrid, la Reina Castiza es Isabel II, por obra y gracia de la farsa histórica y la licencia literaria de Valle Inclán. A los efectos de Sevilla, la Reina Castiza no es otra que Doña Victoria Eugenia. Que, además, era más guapa que Isabel II durmiendo, y no se le conocían batallas de amor en campos de pluma con capitanes de alabarderos y otras debilidades de la carne, ¿sería por carne de la oronda Isabelona? Comparanza hecha, advertimos la enorme arbitrariedad de Sevilla para quienes se acercan a ella como amantes. Isabel II vino una vez por aquí de visita, a ver la fábrica de loza de la Cartuja con un extranjero, Mister Pickmann, y a cosas de cofradías, de la Hermandad de Montserrat, movida por su cuñado el Duque de Montpensier, que era muy populista, y por su hermana la Infanta Doña María Luisa, que era muy beatona. Pero Isabel I hizo en Sevilla lo que se dice una entrada por una salida. Una entrada, eso sí, con arcos triunfales en la calle de Gradas y una salida a escobazos cuando la Revolución del 68, a la que cuentan que no era ajeno el cuñadito de la hermandad de Montserrat y de La Carretería.

Bueno, pues viniendo a Sevilla de visita, en plan Infanta Doña Elena, a Isabel II hasta le dedicaron el nombre de un puente. Y no un puente cualquiera, no el Puente de Tablas o el Puente de San Bernardo, sino el puente de Triana nada menos. Y en cambio a Doña Victoria Eugenia, que se pasó el primer tercio del siglo XX que voy y que vengo de Madrid a Sevilla y de Palacio al Alcázar, no le dedicaron ni una mala plazoleta. Un grupo escolar es lo más que llegó a merecer en la difícil Sevilla, que se entrega a los que llegan a pintar la mona a su costa, como Isabel II, y desprecia a los que de verdad la aman, como la Reina Victoria. La cual tuvo tan mala pata con Sevilla, que cuando le iban a dedicar un teatro, plas, vino la República y le pusieron Coliseo España, que era un cine con nombre de acorazado de la Armada.

El mérito de Doña Victoria es que, por inglesa, no le gustaban los toros, y el mismo día de su boda con Don Alfonso, hala, allá que estaba por la tarde, en una corrida en la plaza de Madrid, y no como otras... Vamos a quitarnos las caretas, que estamos en Feria y no en Carnaval. Doña Victoria era tan extranjera como Doña Sofía, pero iba a los toros, y venía a la Feria. Para ir a la fiesta nacional las princesas extranjeras que se casan con un Rey de España, cogen y se ponen unas gafas de sol, y cuando hay sangre, pues cierran los ojos y nadie las ve. Pero no se olvidan que son Reinas de España y no de Merimée. Doña Victoria, en cuanto llegaba la primavera, sabía que en Madrid no se le había perdido nada, y cogía el portante y la media manta de la Corte y se venía con Don Alfonso XIII a Sevilla. Al Alcázar. ¿Qué mejor Corte que el Palacio Real más antiguo de Occidente y que la primavera más hermosa del mundo? Y eso Doña Victoria, aunque fuese tan extranjera como Doña Sofía, lo sabía divinamente. Y se ponía de mantilla negra el Jueves Santo y se iba a los palcos de la Plaza, y se ponía de mantilla blanca el martes de feria y se iba al otro palco de la otra plaza, la de los toros, y por las mañanas, se vestía de amazona y paseaba por la feria, como lo que era: como una señora.

--- Y no como otras...

Pues dice usted bien, mi querido amigo, y no como otras, que ésta es la hora en que la está esperando un recinto de fiesta que tiene Sevilla que se llama precisamente Real. Claro, que si en vez del Real de la Feria fuese el Republicano de la Feria, el que estaba aquí todos los años para meterse a los republicanos en el bolsillo era el esposo de la Reina con un clavel y un sombrero de alancha, vamos que si estaba...

Cuanto le ocurrió a Doña Victoria Eugenia con Sevilla es que faltaron pintores para pintarla. De haber estado por aquí Velázquez en vez de irse a trepar a Madrid, a la Corte de Felipe IV, seguro que la hubiera pintado de amazona, como con sus gafas de ver la verdad de la Historia nos han hecho comprender Idígoras y Pachi.

Sobre la Feria, en "Memoria de Andalucía"

Besteiro en la feria de Sevilla de 1933

Verdadera biografía falsa de Pepe el Escocés(I)

Verdadera biografía falsa de Pepe el Escocés(y II)

Indice de anteriores capítulos de "Memoria de Andalucía" 

 

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