El Recuadro

El Mundo de Andalucía, viernes 20 de noviembre de 1997

A Javier Arenas, sobre una calentera

 

En una gaceta gratuita que ha copiado y mamado como cabecera el título de la sección que escribía en tiempos mi maestro don Abel Infanzón ( a quien desde aquí envío mis memorias y mis respetos), leo una entrevista a Juana la Calentera, gran señora del Arco del Postigo, que no sé que estás esperando, Javier Arenas, hijo, para darle la medalla del Trabajo. Mira sus méritos: a sus 73 años, Juana Goyburu ha estado hasta ahora mismo al pie del perol, trabajadora como pocas, desde que tenía 13 años. Juana es de las personas más madrugadoras de Sevilla. Madrugar el Viernes Santo, o el día del Corpus, o la mañana de la Virgen, las tres gloriosas mañanas de los calentitos de Juana, no tiene el menor mérito. El mérito es madrugar el 21 de noviembre, y el 22 de noviembre y el día de San Clemente como si fueran Corpus, Virgen de los Reyes o amanecer de la Esperanza por el Arco, cuando Juana le echa un ensalmo del Callejón del Duende al humo de sus calentitos y se ponen a oler a incienso en honor de la Señora de Triana. Juana, además, querido Javier Arenas, es proveedora de la Real Casa. Si en vez de en España estuviéramos en Gran Bretaña, junto al Arco del Postigo podrías ver un letrero más bonito que el mundo sobre un puesto de calentitos:" Proveedores de calentitos de papa de la Real Casa". ¿No es la Venta Pilín la "Real Venta de Pilín" porque una tarde fue Don Alfonso XIII a tomarse unas cañas con el Príncipe de Gales? ¿No es la Venta Antequera la Real Venta de Antequera? Pues para mí, Juana, hija ( y guárdame sitio en la cola para el amanecer de la Madrugá, papelón de medio kilo), eres desde ahora la dueña del Real Puesto de Calentitos del Arco del Postigo, para quien en tiempo y forma pido al Excelentísimo Señor Ministro de Trabajo y Asuntos Sociales la Medalla al Mérito en el Trabajo, porque Esperanza Aguirre no tiene aún paladar como para conceder la Medalla de las Bellas Artes a quien ha hecho un arte del perol con el aceite del olivo de la Minerva bética y la harina de los molinos de las azudas del río de Almotamid.

Juana, sevillana, viene, como tanta gente de mi barrio, de la Montaña. El padre de Juana, Santos el calentero, llegó a Sevilla desde Torrelavega a lo único que estos honrados montañeses del Arenal, del Postigo, de la Cestería y de la Carretería saben hacer: trabajar. Santitos se llamaba Goyburu, que es apellido como para poner un restaurante vasco. Pero como en la Sevilla de la Exposición no se llevaban aún los restaurantes vascos, Santos puso un puesto de calentitos, donde Juana echó los dientes y donde aprendió la grandeza del trabajo de los montañeses, la escuela de Trifón, la escuela de Rodrigo el del Laredo. Juana tiene una ilustre clientela. De ellos ha aprendido Juana mucha sevillanía. Juana recuerda que uno de los clientes del puesto era don Isacio Contreras, un gran señor del barrio, alcalde republicano de Sevilla. Le gustaban a don Isacio las bromas con El Almendro, uno que trabajaba en el pescado y hacía mandados, y que paraba en el puesto de Santos. Un día, don Isacio, sevillano fino y frío, guasón de la secreta, le dijo al chiquichanquilla: "Almendro, voy a Madrid, ¿quieres que te traiga una poquita de vergüenza?" A lo que Almendro respondió: "No, don Isacio, que usted no la conoce y lo van a engañar..."

Juana, con sus zarcillos negros de azabache, con su moño bajo, es continuadora de esta gracia del barrio que tenía el Almendro, que tiene El Potra, del sentido del humor de don Isacio. Dicen que se ha jubilado, mas no creo que la mañana de la Virgen, el día del Corpus, el amanecer de la Esperanza de Triana pueda quedarse en su casa sin que le hierva el aceite del perol del alma. Por eso, Javier Arenas, pido que Juana Goyburu, gran señora del trabajo, sea reconocida con su Medalla por el Gobierno de ese Rey a quien ella le manda los calentitos al Alcázar. ( Y no digo "Majestad" porque para Juana no hay más Majestad que Su Divina Mejestad en público y con carráncanos de la Sacramental del Sagrario...)


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