El Recuadro

El Mundo de Andalucía, miércoles 18 de febrero de 1998

La dictadura del silencio

 

Bueno, pues este tío del sillón que ahora anda en boca de la gente, a cuyo púlpito le han quitado el paño cuando han visto que se ha pasado al enemigo y que de traiciones podría escribir un tratado, tuvo un tiempo la ciudad bajo su dictadura. La dictadura del silencio. En la ciudad hay, oficialmente, una Cofradía del Silencio. La ciudad, se ha dicho apasionadamente, hace del silencio una obra de arte. Eso, la ciudad... Los que viven a costa de ella, administradores del miedo, corleones del chantaje informativo, tienen formada hace tiempo otra cofradía del silencio. No es lo mismo el silencio del respeto que el silencio del miedo. Al tío del sillón, que unos dicen que ha tirado de la manta y que otros dicen que se ha llevado la manta, la gente en la ciudad la tenía pánico. Porque era el supremo administrador de los silencios del miedo. Los silencios de callarse ante lo que convenía, tras haberse retratado para no salir retratado: "Ni una palabra de tal cosa...", ¿no, Karlos? Los silencios de querer borrar del mapa a quines no se avenían a sus designios: "Que sepáis que a partir de ahora, Fulano de Tal no existe, no citarlo ni para bien ni para mal...", ¿no, Benito, no, Tomás?

Los mismos que ahora lo tienen por apóstol del tiramiento de la manta, decían que era el maestro de la manipulación. Había hasta silencios gráficos. Si alguien no grato o mal pagador salía en una fotografìa, se cortaba la foto y listo, ¿no, María de los Angeles? Y, por el contrarío, se repetía hasta la saciedad la cara de los que se habían retratado. Y estoy usando tiempos pasados y no sé por qué. Cuanto montó el tío del sillón se ha perpetuado en la ciudad, ahora con quien era su cobrador, jarrillo de lata y cogecosas... Siempre he dicho que las ciudades tiene los periódicos que se merecen. Y los gobernantes que se merecen... Los gobernantes que se merecen, venga a largar contra la dictadura del miedo, pero bien que se retratan en la ventanilla de los periódicos que se merecen. Infames a la exacta medida de la infamia. Y esto sigue, y no allí, donde la conspiración del tío del sillón, sino aquí, donde, si paga, el que ayer era un hideputa, pasa mañana directamente a ser el mejor de los nacidos, ¿o no, Alfredo? ¿ O no, Alejandro? ¿O no, Manuel?

Claro, que frente a los cainismos del carné o de la cartera (o de ambas cosas), hay quienes echan limpias rayas en el agua. ¿Cuándo se acabará este cainismo de los silencios en la ciudad de las puñaladas por la espalda? Me lo han hecho pensar Antonio Silva y Javier Gallardo. Silva me lo dijo bien clarito, cuando acudió a la presentación de la Guía Apasionada de la Semana Santa: "Es urgente que acabemos con el cainismo". Luego, me ha puesto unas líneas en las que hasta pide que me toque la música de Tejera, como si estuviéramos en la plaza de los toros en cuya calle Circo forma el paso de la Caridad del Baratillo. A Javier Gallardo, que podía decretar los silencios al uso en la ciudad de los terribles silencios impresos, le ha faltado tiempo para "reconocer el mérito allí donde se encuentre", que es el lema que falsamente exhiben los que no lo practican como no sea previo pago de su importe... Hablo de dos compañeros de Sevilla Información y los cito por su nombre y con su cabecera, con la que, sobre los pies, de faldones adentro, sin alardear, se están haciendo un sitio en la Muy Difícil Ciudad de Sevilla, en la Muy Falsa Ciudad de Sevilla, en la Muy Miedosa Ciudad de Sevilla, que se hace eso que dijimos por las patas abajo antes de no digo ya de enfrentarse, sino de molestar siquiera al poder y a los poderes. Y como hay que acabar, queridos Javier y Antonio, con el cainismo y con las dictaduras del silencio, pues me alegro mucho de que mañana presentéis vuestro coleccionable de los palios de la Semana Santa. Como la lucha contra el cainismo se demuestra andando, idme pidiendo una botellita de agua mineral en el Hotel Los Seises, a las ocho y media de la tarde, que aunque con el plan de la sopa quemagrasas, estaré andando para detrás delante de vuestros palios...


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