Como
al médico que cuando le preguntaban "¿qué hay de particular?" respondía que
muy poco, que todo era del Seguro, los rótulos de la puerta de los cuarteles deberían
ser rectificados. En vez de "Todo por la Patria", debería poner: "Casi
nada por la Patria, pero todo por el Estado". No hay conciencia de nación más que
cuando las Cortes debaten su estado. Y nada hablo de la bandera nacional, porque igual que
decía Clemente que el blanco daba mal bají a la selección, ahora que con el rojo no
hemos podido ni con Paraguay, puede ocurrir que salgan diciendo que la culpa es del
rojigualdo de Manolo el del Bombo. No vamos a tener idea de España ni con la selección
nacional de fútbol. Porque nos empeñamos en la simbología romántica de la Patria, sin
acuñar una estética del Estado moderno.
Hoy, por ejemplo, en todas las regiones
militares, departamentos marítimos y sectores aéreos, un montón de chavales juran
bandera, y nadie lo dice. Jura de bandera por lo civil, claro, porque los juras de bandera
por lo militar se hacen de tapadillo, como para no molestar. La jura de que hablo es una
jura de bandera fáctica: la vez primera en que un mozo en edad de trabajar presenta la
declaración de la renta. Con el paro juvenil que hay, presentar la declaración de la
renta por vez primera sí que es el día más feliz de mi vida, y no la primera
comunión. Con la declaración simplificada en la mano y delante de la ventanilla, el mozo
hace el más solemne acto de fidelidad a la Patria. Igual que antes la Patria necesitaba
mozos para mandarlos a las guerras, ahora los reclama para alimentar con sus impuestos las
obligaciones sociales del Estado del Bienestar. La contribución personal a la Patria es
hoy ir de paganini de la renta, para que puedan cobrar su pensión esos jubilados que un
día juraron bandera como hoy, último día del plazo, estos jóvenes realizan la jura de
Hacienda. Yo es que hasta organizaba actos solemnes en todas las delegaciones. Los mozos
al mogollón con el sobre del PADRE en la mano, y ese funcionario que les toma el
juramento:
-- ¿Juráis o prometéis presentar todos los
años de aquí en adelante la declaración de la renta, ora sea a devolver, ora a
ingresar, y derramar en el altar de la patria hasta la última gota de vuestros ingresos
exprimidos por el Fisco, para que con vuestros impuestos podáis contribuir al
sostenimiento del esplendor y la prosperidad de la Patria?
"Sí, lo juramos", responderían
unos. "Sí, prometemos", dirían los más. Y luego, el funcionario, a la
coronela, tomado el juramento, diría: "Si así lo hacéis, el Estado del Bienestar
os lo premie con desgravaciones, y si no, os lo demande, porque os vais a enterar con los
inspectores que os vamos a mandar para que os crujan..." Tendríamos así una idea
perfectamente actual de la Patria, para
lo cual sería conveniente que, tal día como hoy, todos los años, igual que se dan las
cifras de los que votan por vez primera cuando hay elecciones, se dijera: "375.000
jóvenes cumplen hoy por primera vez con el derecho y el deber de soltar la tela a
Hacienda". Porque Hacienda es hoy bandera, escudo, himno, el mejor símbolo de la
Patria. En la puerta de cada industria, de cada comercio, de cada centro de trabajo, hay
un invisible letrero que pone: "Todo para Hacienda".