Hay que ver lo que se le mete a Sevilla por las puertas en estos
días, y lo que tiene que tragar Sevilla, siempre cobarde, sumisa. Es voz común que a
Sevilla, con el AVE, se le mete por las puertas Madrid entero y retrechero de Cuchilleros
y Embajadores. No se suele decir que aparte del AVE se nos meten por las puertas todos los
vuelos de Air France, de la TWA y de Mexicana de Aviación. En uno de éstos debió de
llegar hasta la plazatoros, el Martes de Feria, un mexicanito bien trajeado y maqueado,
con tupé a lo Manolo Escobar a modo de pirámide azteca en sus lacios pelos mayas, bien
acompañado de señora repintada y alhajada, como escapada de un culebrón de Televisa.
Ocupó el mexicanito a la sazón la barrera de Rafael Peralta, pues el caballero de La
Puebla del Río anda con el peroné roto en un percance torero. Llegó el mexicanito al
rinconcito de los Peralta, de Angel Casal, de Mercedes Domecq y de Paco Gandía, se
sentó, se levantó para ir a por almohadillas para su dama. Y empezó la corrida.
Le salió a Emilio Muñoz el primer zalduendo, que no
acababa de ver, dando el sainete que el trianero suele en sus horas bajas. La plaza en
silencio de respeto, cuando el mexicanito, salta descompasadamente en un grito cobarde:
-- ¡ Maricón!
Siseos, caras de piedra por la sorpresa, preguntándose
cómo se puede tener al mismo tiempo tanto dinero y tan poca educación. Y Emilio, allí
abajo, jugándose la vida, y el indultado por Hernán Cortés que salta otra vez:
-- ¡ Maricón, no sé cómo te contrata la empresa !
Otra vez el murmullo de desaprobación, los siseos, las
desafiantes caras de los mulilleros y los matarifes vueltas. Hasta que desde el señorío
y la sabiduría de su primera fila de barrera, Paco Camino, que estaba delante del andova,
se le volvió con mucha serenidad y, sin alterarse, le dijo:
-- Mira, nadie que se pone ahí abajo es maricón, para que
te enteres... Como lo vuelvas a decir, te voy a dar dos hostias que te voy a mandar de
vuelta para México y me voy a cagar en tu puta mare...
-- Es que yo soy empresario y ganadero...
-- Pues aunque lo seas, como lo digas otra vez me cago en
tu puta madre...
Así, como Camino, debió Hernán Cortés de dominar a
aquellas tribus cuyos últimos supervivientes se vienen a Sevilla arrasando, a las
localidades más caras. Como ser torero es una actitud ante la vida, lo del Niño Sabio de
Camas fue mano de santo. Ole, Paco... Yo tenía muy buena imagen de Camino desde aquella
tarde triunfal de la feria del 65, de su vuelta al ruedo con Puerta, Romero y Benítez
Cubero. He visto a Camino triunfar muchos días. Ninguno como el Martes de Feria. Muchos
Caminos hacían falta. Porque el mexicanito estuvo ya en todo el toro Emilio más callado
que ante la Guadalupana, silencio de cobardía que continuó en el segundo y tercer toros.
A cuyo arrastre, cogió y se fue, con el rabo entre las piernas. Y se perdió las dos
orejas de Emilio.
De la anécdota del pundonor de Camino, un tío, paso al
fondo. Si ante las invasiones con desprecio y humillación que sufrimos nos plantáramos
como se plantó Camino, otro gallo nos cantaría a los andaluces. De no haber caído junto
a un tío bragado, por el plan antiguo, como Camino, puede que al grasioso del mexicanito
hasta le hubieran reído el grito. Los sevillanos, claro, los sevillanos. Y así nos va.