Si yo digo que Alonso Núñez es ya tan famoso como Julio Iglesias,
que hasta sale en la prensa del corazón, se quedará usted in albis e incluso in
medinacelis. Pero si digo que Rancapino ha salido en el "Hola", salta usted del
asiento:
-- ¿Rancapino en el "Hola", con lo feo que es?
No, Rancapino no es feo. Depende por dónde se le mire. Si
a Rancapino se le mira por la fuerza de su cante, por el desgarro único de su voz, ocurre
como al escritor Enrique Montiel, que es de la tierra y afirma sin guasa de Cádiz ninguna
que El Ranca es el Robert Redford... de Africa. Pero El Ranca no ha salido en el
"Hola" por guapo, sino para que España se entere de que a Alonso Nuñez ahora
no se le puede toser, porque es tan importante que hasta González le habla de usted.
Porque ya es compadre de Felipe González.
El verano español ya no es lo que era. Antes, el chupinazo
del verano del cuché lo daba siempre Gunila con su traje de lamé en una fiesta de Gil.
Pero como Gil no está para fiestas con el guateque que tiene montado en Melilla, este
año el que va de Gunila estrenando el verano es Ranca. Menudo bautizo organizó Rancapino
en Chiclana para echarle el agua a su niño Felipe José, que ya me dirán si no es
mestizaje que un gitanito bueno saque de pila a su churumbel como Felipe y no como Pepe.
Como en la copla, en aquellos días anduve de Cádiz para
Chiclana, porque fuimos con Luis del Olmo a hacer bolos en el nuevo hotel de Meliá en
Sancti Petri. Y me extrañó bastante que siendo el de Cádiz para Chiclana camino
sembrado de flores, en aquella ocasión estuviera sembrado de todo el polanquerío
militante y rampante. En el hotel estaba Polanco, qué honor y gloria para la cadena
Meliá. Y no de cualquier manera, sino acompañado por José Luis Cebrián, pedazo de
académico, y de Augusto Delkader, que es como Aberchán, pero en "joint
venture" con la Cadena Caracol. Enrique Montiel me lo aclaró todo. El polanquerío
estaba en Chiclana no para oír cantar a Rancapino en el programa de Luis del Olmo. Tenía
que ver con Rancapino, pero con los niños de Rancapino, que tiene más niños que el
carro de la nieve y que se orienta perfectamente con ellos. González iba a apadrinar el
chiquillo de Rancapino. Si insólito era que el bautizado tuviera ya cuatro años y fuera
a la pila por su pie y vestido de flamenco, no menos lo era que el que manda en el partido
más agnóstico del mundo fuera a la iglesia, y de padrino además, como garante de la fe
y educación cristianas del Rancapinito.
Y como esto tenía un ver, pues allí estaba todo el
palanquerío, que hasta se llevó a Chaves como ministro de Jornada de esta corte de
verano. Cuando Felipe y Polanco trasladan la corte, comprenderán ustedes que no pueden ir
de cualquier manera. Y hubo fiesta por todo lo alto, de la que "Hola", como
Javier Osborne es de la tierra, ha dado cumplida referencia. Pero esto de la fiesta es lo
habitual. Total, la bodeguilla trasladada a la costa, lo siempre: el señorito González
con sus flamencos. Con el compadrazgo, González ha firmado con sus gitanitos de cámara
el Pacto de Progreso. Una juerga con los Domecq es la peor Andalucía. Una juerga con
González y Polanco es progreso.
Rancapino ha prestado con el bautizo un servicio impagable
a la democracia española, que quizá ya le ha pagado el "Hola", mangando
exclusiva. Rancapino ha puesto a González en su sitio. Ni Gil ni nada. Ya sabemos quién
es aquí El Padrino por antonomasia.