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El Recuadro

 Antonio Burgos

El Mundo,  miércoles 6 de octubre  de 1999

"Casi memorial de un siglo": discurso inaugural del curso 1999-2000 en la Real Academia Sevillana de Buenas Letras


El Piyayo

 

Tiene que sentirse como un verso de Antonio Machado. Por eso me recuerda a un personaje de José Carlos de Luna. Hablo de Alberto Fernández Díaz, el candidato del PP a la Generalidad. Por lo que le llevo oído, Fernández tiene que sentirse como Machado cuando fechó aquel poema de "Campos de Castilla" en Lora del Río: "Extranjero en los campos de mi tierra". Es entonces cuando se me aparece dramáticamente como El Piyayo de José Carlos de Luna: "A chufla lo toma la gente/pero a mí me da pena/y me causa un respeto imponente".

Lo peor de Fernández es que lo toman a chufla y, al mismo tiempo que a Fernández, a la cultura española. El mismo hecho de que alguien del PP aspire a presidir la Generalidad lo incluimos automáticamente en el apartado de hechos insólitos, junto al que escribe el padrenuestro en un garbanzo, el corre los cien metros lisos a pie cojito o el que construye el Duomo de Milán con palillos de dientes. De nada vale que Manuel Seco se haya dejado las pestañas en el nuevo Diccionario de Uso del Español, si hay lugares de este Reino donde el castellano es ya prácticamente una lengua en desuso, un idioma extranjero que, encima, no cuenta en los colegios con los honores del inglés. Aprender inglés no es imperialismo: "Freedom for Catalonia". Aprender castellano, sí..

O no nos damos cuenta o no nos queremos dar cuenta, que es peor todavía, pero chorrea sangre que Fernández tenga que derrochar heroísmo civil para defender que la lengua española se hable en unas provincias que, o estoy mal informado, o forman parte del Reino de España. Si Dios no lo remedia (y parece que no lleva trazas de querer remediarlo), el Rey de esa España tiene un nieto que cuando vaya a la escuela no podrá aprender la lengua oficial de la nación de su augusto abuelo. A la madre de ese niño, que es la primera inmigrante de Barcelona, no le quedará más remedio que enseñarle castellano en casa, como a las madres andaluzas o murcianas de Hospitalet de Llobregat.

Así que, ánimo, Fernández, aunque en ciudades españolas le digan "españolista" Muchos Fernández nos harían falta en esta España donde siempre vamos o delante de los curas con un cirio, rezando, o detrás de los curas con una tranca, para darles una paliza. Por las mismas, pasamos de prohibir el catalán a prohibir el castellano. Cuando estaba prohibido el catalán, defenderlo, como lo defendíamos algunos, era completamente progre. Cuando está virtualmente prohibido el castellano, defenderlo, como lo defiende usted, es completamente reaccionario. Es usted un reaccionario de mucho cuidado, Fernández. Eso de que vaya usted por el mundo (el mundo catalán, se entiende, no hay otro) llamándose Alberto Fernández Díaz comprenderá usted que es una provocación. Hombre, si por lo menos se firmara usted Albert Fernàndez i Díaz, como tantos emigrantes andaluces que no han tenido los pobrecitos míos más remedio que entregar la cuchara...

 

 


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