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El Recuadro

 Antonio Burgos

El Mundo, lunes 21 de febrero  del 2000


Cortarse la coleta

No hay nada más socorrido que aplicar el riquísimo lenguaje de los toros a la política. Ni nada empleado a menudo con mayor impropiedad y desconocimiento de los terrenos, las medidas y las distancias. El riquísimo lenguaje taurino, tan mal usado por políticos y periodistas...

--- ¿No te jode el Cossío?

Pues creo que lo digo con un poquito de fundamento, y déjeme usted seguir, hombre... Que digo que el lenguaje taurino suele dar más cornás que el hambre. El mal uso del lenguaje taurino le ha dado de momento una corná a Manuel Pimentel. Dicen que Pimentel ha pegado la "espantá", tras lo cual sus adversarios políticos se han apresurado a meterle fuego a la plaza, como cuando lo de Cagancho en Almagro. Y no ha sido una "espantá" lo de Pimentel. Ha sido distinto. No es espantá. Ha sido cortarse la coleta en el segundo toro, cuando le había cortado ya las dos orejas al primero y tenía asegurada la puerta grande, por la que iban a sacarlo a hombros no los capitalistas, sino los sindicalistas, Antonio Gutiérrez y Cándido Méndez. Pimentel ha hecho algo tan insólito en España como cortarse la coleta en plena temporada, renunciar a que lo siga llevando la Casa Aznar y quitarse del toreo de la política. Los que somos aficionados lo hemos visto algunas veces en la plaza. El muchacho lleno de pundonor que ve la calidad del novillo que le ha salido, que sabe que no puede con él, que medio lo cuadra y que le entra a matar de cualquier manera, por arriba, por abajo o municipal y espeso. Tras lo cual se va a los medios y se arranca con rabia el añadido; vamos, la coleta. ¿Les dicen los novilleros de pundonor a los apoderados antes que se van a cortar la coleta en ese ataque de rabia? No, padre Camará. Es lo que hizo Pimentel. Se fue a los medios, a los medios informativos, y se cortó la coleta ante ellos, quemando las naves a lo Hernán Cortés. Luego, como es de la generación de El Juli, le puso un fax al apoderado diciendo que se fuera buscando otro torero, a uno que se llama como Julito, Aparicio precisamente.

¿Las maneras? Puede que Pimentel no haya cumplido el tratado de las buenas maneras de lo políticamente correcto. ¿Y qué? ¿Qué es mejor, cortarse la coleta con pundonor o apalancarse en el escalafón lleno de mierda, como en este ruedo ibérico hicieron tantos y tantos trincones, hasta que se los tuvo que llevar la Guardia Civil directamente al banquillo de los acusados? Así que, Pimentel, muy bien hecho. Cá uno es cá uno y seis, media osena, que dicen en Córdoba. A los toreros califales no os comprenden de Despeñaperros para arriba, Pimentel. Lo que ha hecho usted se llamaba antiguamente vergüenza torera. Pero de esa ya no queda. Bueno, ni torera, ni de la otra.


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