Felipe González
anda de campaña con cara de malo de la película. Su cara. No
es que se haya puesto una careta de Carnaval y que se haya
vuelto loco, loquito, loco, cantando por ahí chirigotas y
cuartetos contra Aznar y contra Teófila Martínez, hasta el
estribillo gaditano de "Teo, Teo, Teo, que hasta el
nombre lo tienes feo". No en balde el que manga casa en
Castellar de la Frontera tiene a aquí-mi-señora enchampelada
de diputada por la Cuna de la Libertad... y de la Gracia.
Que digo que no es
que González se haya puesto la careta de malo de la
película, sino que siempre sostuve que en la cinta con
música de Morricone (sin premio) que se proyectaba en el cine
Progreso, el bueno era Guerra y el malo, González, justo al
revés de como creía la gente.
-- ¿Y usted cómo
lo sabía?
-- Pues porque no
le di propina al acomodador, y, como venganza, me destripó el
final: "El malo es González; el otro, el librero llegado
a más, es el bueno..."
A González que ya
tenía el colmillo retorcido, se le ha puesto salomónico
desde que perdió el poder. Tiene tantos gatos en la barriga,
que para darles de comer vienen cortas las capturas todas de
la flota de Pescanova. De cristales en la barriga tiene tres o
cuatro almacenes de Securit y otros tantos de luna pulida
Cristañola. Y todos esos gatos y esos cristales los está
soltando en esta campaña en que la derecha se ha quitado las
horquillas y se ha puesto (ya era hora) corralera, y la
autotitulada izquierda se ha puesto de momento nerviosa y
después ya veremos.
González, aparte
de más malo que la quina, es más señorito que lo que
parece. Tiene un sentido señorial y patrimonial del poder,
que fue siempre su cortijo. González no habla como si hubiera
perdido las elecciones en 1996, sino como si le hubieran
ocupado la finca. Los señoritos de siempre, cuando les
ocupaban el cortijo, llamaban a la Guardia Civil y este nuevo
señorito y gran cacique de Andalucía llama a sus
pensionistas y a los beneficiarios del "colócanos a
tós" (en la Junta) para que echen al okupa. De otra
forma no se entiende que el señorito del colmillo salomónico
plantee las elecciones como un desalojo. ¿Pero esto qué es,
una jornada electoral o una orden de carga a los
antidisturbios o a los rurales de los picoletos? Aznar lo
llamaba de usted, lo trataba de señor y le invitaba a irse:
"Váyase, señor González". Este no. Como la
Moncloa es suya, el señorito quiere que se la desalojen
cuanto antes. Que se vaya el okupa, aunque tenga 8 millones de
votos. Porque encima de ocuparle aquello, creo que se lo ha
puesto todo perdido de flores de lis...