SE TRATABA DE redactar una esquela mortuoria. Igual que a los amigos
abogados los llamamos para que nos digan cómo se puede recurrir una
multa de tráfico, a los que nos dedicamos a la literatura nos llaman,
siempre de urgencia, para que les digamos cómo tienen que escribir lo
que quieren decir en la papeleta de defunción en el periódico por un
familiar, un ser querido. En estos casos los consejos deberían sobrar
si todo el mundo tuviera en cuenta el que me daba el catedrático don
Jesús Arellano Catalán, un navarro del Opus con mucha sensibilidad
poética que fue mi maestro de Estética y Filosofía. Don Jesús nos
decía en clase: "Para escribir sólo hacen falta dos cosas: tener
algo que decir... y decirlo". Aunque tan simple, el consejo es muy
difícil de llevar a la práctica. Los escaparates de novedades de las
librerías, por ejemplo, están llenos de volúmenes escritos por unos
señores que no tienen absolutamente nada que decir, y sin embargo te
quiero contar todas las tonterías que piensan con tanta solemnidad
y modernidad. Y, por el contrario, los que sí tienen muchas cosas que
decir a menudo no se atreven, y en España echamos de menos esos libros
de memorias a los que tan aficionados son los ingleses, y donde quedan
reflejadas las pequeñas verdades que a veces borran las grandes
mentiras de la Historia.
Angelita me llamaba para que le ayudara a redactar la esquela del
funeral por Carmen, la profesora que con ella fue precursora de los
jardines de la infancia en aquellos años de culto a María Montesori y
a Freinet, cuando empezaba la educación en la libertad que nosotros,
ay, no tuvimos. Y me dijo:
-- Pero no quiero poner esas abreviaturas que vienen en las esquelas
y que nadie entiende, eso de RIPA, de DOM, de DEPA... Por cierto,
Antonio, esas abreviaturas, ¿qué significan?
Pues es verdad. Se usan abreviaturas mortuorias que nadie conoce. Es
como si a los muertos les ofreciéramos coronas de flores chuchurridas,
sin vida. En este mundo que ha olvidado el Latín porque ya no se
enseña en los bachilleratos por el plan antiguo con todos sus avíos,
nadie sabe que RIPA y DEPA es lo mismo: "Requiescat in pace
amen", en latín, o "Descanse en paz amén", en español.
En cuanto a lo de DOM es ya para nota, y a mí, como soy aficionado a
los toros, me suena como a un pasodoble torero en honor del Creador de
toda belleza, a Quien, como a Marcial, le decimos en latín que es el
más grande: "Deo Optimo Maximo".
Angelita me hizo caer en la cuenta de que algunos que llevamos
jazmines en el ojal usamos abreviaturas que ya no comprende nadie. Una
vez contesté la carta de una estudiante de Periodismo, y, como suelo,
le puse al final de la carta la fórmula de cortesía clásica:
"s.s.s.q.e.s.m." Y como en el membrete de mi recado de
escribir viene el teléfono de casa, me llamó, muy intrigada:
--- Don Antonio, muchas gracias por su carta, pero no he entendido
esas letras tan extrañas que me pone usted al final, a mano, antes de
la firma...
-- ¿Qué letras?
-- Sí, esto que pone usted aquí y que parece que dice ese punto,
ese punto, ese punto...
Mi joven lectora creía quizá que era un SOS que le lanzaba, a lo
mejor requebrándola de amores. SOS que por cierto también ha sido ya
abolido al desaparecer la telegrafía sin hilos oficialmente entre los
medios de auxilio a la navegación, y que la gente ignora del mismo modo
que conoce el "May Day" de auxilio, de ver tanto cine
americano. Tuve que explicar a la estudiante de Periodismo que aquello
significaba "su seguro servidor que estrecha su mano". Si
escribimos a una señora y ponemos al final "q.b.s.m." ,
seguramente ni se entera de la antigüedad de nuestra cortesía:
"que besa su mano". La Princesa Doña Esperanza de Borbón,
tía de S.M. El Rey, sí que comprende perfectamente y queda encantada
cada vez que agradezco alguna de sus muchas amabilidades para mi familia
y le pongo en la carta (de firma sin rúbrica, por descartado, como
marcan los cánones) la vieja fórmula cortesana de despedida4d:
"A.L.RR.PP.D.V.A.": "A los Reales Pies de Vuestra
Alteza".
Cuando vinieron en los periódicos las esquelas por la muerte de
S.A.R. Doña María de las Mercedes, algunos, que me saben partidarios
de estas tradiciones de la escritura, me preguntaron:
-- Antonio, ¿qué significa esto que pone entre paréntesis de
"q.G.h."?
-- ¿Pues qué va a ser? Eso es la abreviatura de "que Gloria
halle", o también se ponía "q.s.G.g.", "que santa
Gloria goce"...
En Palacio sí que conocen bien este lenguaje, y cada vez que el Jefe
de Su Casa invita en nombre de Su Majestad, tras citar su nombre pone
siempre "q.D.g." ¿Sabe la gente que eso significa "que
Dios guarde"?
Probablemente, no. Pero, en cambio, mientras estamos dejando perder
este riquísimo tesoro de civilización de nuestra lengua escrita, no
hay mensaje por correo electrónico que no caiga en la misma moda, pero
a la americana. Te mandan "salu2" que no es un igualitario y
comunista "salud" de despedida por no citar a Dios, sino un
jeroglífico a lo Ocón de Oro: "Salu-dos". O te ponen esa
como escritura egipcia a la que ha vuelto el mundo desde las pirámides
de Internet, que son los extraños criptogramas que todo el mundo
comprende, menos nosotros los clásicos. Sí, esos signos como
cabalísticos e iniciáticos del lenguaje de los teclados de correo
electrónico, donde :-) significa que se está contento, :-(
que triste y :-O que sorprendido... Mientras dejamos perder la
riqueza castellana del s.s.s. y de su afmo.aº y cº somos
tan falsamente modernos que al fin y al cabo nos acabamos de inventar un
nuevo lenguaje del abanico. Virtual, pero lenguaje del abanico del
ratón del ordenador al fin y al cabo.