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El Recuadro

 Antonio Burgos

El Mundo de Andalucía, jueves 23 de marzo del 2000


Todo como Zara

Estábamos antier con los comercios históricos de Sevilla, que son las tiendas históricas de Huelva, de Granada; las dulcerías magníficas de los pueblos; las tabernas histórico-artísticas del aguardiente de jierro... Y sigo con el asunto, en el que me hizo pensar el despliegue del artisteo y el famoseo que hicieron el otro día Carlos Telmo y Carmiña Leyva, tan divinamente como lo hacen siempre, a propósito de la inauguración de la reformada tienda de Loewe. Gente tan famosa era testigo, sin saberlo, de una destrucción patrimonial consentida y autorizada por el Ayuntamiento, por la Comisión del Patrimonio y por la biblia en pasta de la Administración, vamos, hasta por la Administración de Loterías del Gato Negro...

En el copetín donde Rafael Juliá atendió tan señorialmente como suele a los comecroquetas, los cazacanapés y los asaltabandejas, nos presentaron al señor Ridgely Cinquegrana, presidente de Loewe. Solemos, en estos casos, hacer una raya en el agua en la tradicional hospitalidad de los sevillanos. Así nos va a los sevillanos, con nuestra tradicional hospitalidad. Porque nos preguntó el señor Cinquegrana qué nos parecía la tienda que estaban inaugurando y le dijimos que fatal.

-- ¿Por qué?-- nos dijo, sorprendido, entre tanta falsía de felicitación como venía recibiendo a pie de copa de Moet Chandon por parte de los comecroquetas, los cazacanapés y los asaltabandejas.

-- Hombre, me parece fatal porque a este paso no quedará en toda España una tienda antigua dentro de veinte años. Mire usted, lo que había aquí, con sus maderas, con su sabor de época, era una obra de arquitectura interior catalogada, de Javier Carvajal. Tenía, como poco, 40 años encima. Es decir, que dentro de veinte años hubiera sido una tienda histórica, con 60 años. Como el tiempo también decora, tenía el sabor de lo clásico, las maderas, los muebles de los años 60, tipo Pabellón de España en la Feria de Nueva York del mismo arquitecto... Se entraba aquí y sabías que estabas en Loewe. Pero como ustedes se han cargado eso con mucho cuidadito para poner este horror en blanco, ahora no sabes si estás en Loewe o en una tienda de Zara, aunque lo que sí sabemos los revolucionarios sevillanos con la servidumbre del ejercicio de la memoria es que la tienda de aquel Loewe de la Sevilla del Desarrollo, la de la Joyería de Shaw, las telas de Canales, las bisuterías de El Capricho, ha sido destruida muy legalmente. A este paso, no nos quedará nada de hace 50 años en cuanto pasen diez años más.

-- Visto así tiene usted razón-- nos dijo el presidente de Loewe...

-- La razón de la belleza, señor Cinquegrana. ¿Destruyen acaso en Londres estas tiendas de hace 40 o 50 años? No, y por eso precisamente vamos de compras a Londres, a esos comercios con tanto encanto, con tanto sabor de época...

Por delicadeza y porque los trapos sucios deben ser lavados en casa no le dije al señor Cinquegrana que debe preocuparnos tanto lo que le expuse como el hecho de fondo. En esta Sevilla postindustrial que ni siquiera fue preindustrial y en esta España de la sociedad de mercado, multimedia y virtual, algo grave debe de estar pasando, cuando Loewe se gasta auténticas millonadas en dejar de ser Loewe para parecerse a Zara. Loewe es ahora Zara con Marisa de Borbón. Pero Zara total. Lo digo desde la libertad que me da mi tarjeta de crédito, que echa humo cada vez que voy a por un regalo para mi hermana <F3>Fina Burgos<F1>, la de la histórica zapatería (no reformada ni alterada) de Pibe, porque Fina es mucho de Loewe...

 



 


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