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Nada,
la sociedad cada vez más laica y más civil, y los
obispos, dale que te pego con los baculazos. Así se
quedan sin clientela, ¿no se van a quedar? Así acaban
con la poquita afición que hay. Son muy pocos los obispos
que crean afición. La afición la crean más bien las
cofradías. O El Rocío. Así que en una sociedad laica y
hedonista, sin más esquema de valores que los de El
Gran Hermano, van y se reúne millón y pico de
personas aproximadamente a los pies de la Blanca Paloma, y
va el señor obispo de Huelva, don Ignacio Noguer, y les
pega la bronca. Que hay que quitar muchos polvos del
camino. Tal como suena. No ha explicado su ilustrísima a
qué clase de polvo del camino se refiere, pero casi se le
entiende todo. No creo que esté preocupado don Ignacio
por los asmáticos, que las pasan moradas con el polvo del
camino. Me parece más bien que su preocupación va de
cintura para abajo. Así que menos polvo, ha dicho el
obispo. ¿Polvo de polverío de las arenas, polvo del tú
ya me entiendes o polvitos blancos de los que se meten por
la nariz no en la Raya Real, sino en la otra raya? Vete
tú a saber. El obispo ha lanzado como un
"chisssst" de Jaime Peñafiel. ¿Pero esto qué
es, señor obispo? ¿Una homilía de Pentecostés en la
aldea o una crónica de Jesús Mariñas?
Lo que le pasa al
ilustrísimo y reverendísimo señor obispo de Huelva es
que ve mucha televisión. Claro, lleva el hombre desde el
martes pasado viendo la tela de la tela, y cuando no es
Carmina Ordóñez camino del Rocío es María del Monte, y
cuando no es Lolita subida en la jardinera es Isabel
Pantoja que se acaba de bajar, porque las mulas estaban
reventaditas de cargar con la sobrina de Juanita Reina. El
obispo de Huelva tiene una visión del Rocío
completamente Anne Igartiburu. Y en parte lleva razón. No
sé si polvo, pero al Rocío no estaría de más quitarle
famoseo. Cada año ocurre lo mismo. No dudo que en la
marisma haya ese millón y cuarto de romeros que me
certifica García Barbeito que están allí, a pie de
rebujito y a pie de "¡Viva la Blanca Paloma!".
Pero, hijos míos de la Hermandad Matriz y de la Hermandad
de Triana, si hay un millón y cuarto de romeros, las
televisiones lo disimulan divinamente. Igual que antes la
leyenda negra era que al Rocío sólo iban los maricones y
los tenderos de Triana con la querida, ahora la leyenda
rosa es que al Rocío sólo van los famosos: Carmina,
María del Monte, Isabel, Lolita, el otro y el de la moto,
que siempre es Neyra con sombrero de alancha impoluto. Ah,
y el de Los Morancos con el libro de reglas de Triana, por
si faltaba algo... Con la de gente que hay en la Hermandad
de Triana, no sale más que el cincuenta por ciento de Los
Morancos. Todo lo más, José Manuel Soto, que es mucho de
Triana. Y Martín Pareja-Obregón, por supuesto. Lo demás
es silencio de no haced ruido, tamboriles y gaitas, no
haced ruido, que el Niño de la Virgen ya se ha dormido.
Se impone, en
efecto, un Plan Romero del patrimonio espiritual del
Rocío. Que los propios rocieros acaben con esta leyenda
rosa del corazón como antes acabaron con la leyenda negra
del mariconeo y de los adulterios. Que las televisiones
saquen a los catetos de Benacazón confesando y
comulgando, y no a las pelanduscas de lujo y profesionales
de las exclusivas ciegas de raya en la Raya. Difícil lo
tienen en esta sociedad mediática sin más norma que el
polvo. Como menos da una piedra, el único consuelo que
nos queda es que Antonio David ni está ni se le espera.
Biografía
de Antonio Burgos
Firmas
en El Mundo
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