En el primer cabo de año de aquellos disparos de cobardía en las sombras
de la calle Don Remondo. que son las sombras mismas de una Giralda de paz y esperanza, el
Ayuntamiento de Sevilla reunió en un volumen en cuarto mayor todas las crónicas que se
habían escrito de aquella tragedia de una noche de enero con frío en los huesos y en el
alma colectiva del dios de ola lluvia que lloró sobre Sevilla. Soledad Becerril quería
que los hijos de Alberto Jiménez Becerril y de Assensión García Ortiz, cuando fuesen
mayores, tuvieran en aquel libro la crónica sentimental de quiénes fueron sus padres, de
cómo fueron asesinados por la ETA, ya que no lo que nunca hallarán, cual la razón de la
sinrazón de aquellas muertes de la madrugada de enero.
Cuando
se cumpla un año de esta una noche de verano andaluz con el viento de Levante y otra vez
estemos esperando las banderas y gallardetes, las biznagas y los cohetes de las
procesiones marineras de la Virgen del Carmen, no hará falta que el Ayuntamiento de
Málaga reúna en un volumen amoroso estas crónicas de la sinrazón que escribimos tras
el asesinato de José María Martín Carpena, contra sus criminales y sus cómplices
norteños. Los hijos de Alberto y Ascen dormían aquella noche de enero. Maricher, la hija
de Carpena, no dormía. Iba con su padre y su madre al pregón de la Fiesta de la Biznaga,
con su Selectividad recién aprobada. Para los ojos aterrorizados de Maricher no será
necesaria crónica alguna. Esos ojos de la muchacha que quiere estudiar Periodismo han
contemplado la escena que nunca olvidará, el padre que cae herido a sus pies, que es
rematado como en tapia de cementerio de la "Málaga en llamas" de Arthur
Koestler y de Gerald Brenan. Anoche, por una televisión local malagueña, pusieron un
reportaje-debate sobre la guerra civil en Málaga. ¿Qué más debate sobre las guerras
civiles que el que documentó Maricher, la hija del que Celia Villalobos llamaba
afectuosamente Carpenilla? Aquel sangriento "Carnicerito de Málaga", aquel
firmante de penas de muerte contra los demócratas, se encarnó en esta noche de verano en
un tío con una gorra. Y Maricher, que ha estudiado Historia Contemporánea porque quiere
ser periodista, lo sabe. Y lo recuerda todo. Perfectamente. No le hará falta, ay, libro
ninguno.
Desde el dolor de este oficio, y en estos momentos de muerte, Maricher, yo te animo a
que estudies Periodismo como es tu vocación, tan llena de vida. Para que un día, como en
una copla de levante y biznagas de Miguel de Molina, puedas evocar desde la paz de la mar
malagueña la sonrisa limpia de aquel Carpenilla al que tú conocías como nadie. Porque
nadie lo que quería como Maricher, la hija de Carpena que quiere ser periodista y que ha
ganado el Pulitzer del dolor ante la sangre de su padre asesinado.