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¿Cómo
era aquella frase sobre la libertad, que se suele atribuir a
Churchill, como casi todas las citas políticas? Algo así: la
libertad es que si llaman a tu casa a las 6 de la mañana es el
lechero. Aquí estamos mejorando la frase, en este agosto que
está resultando ser la leche. Aquí la libertad es que los
ministros se vayan de vacaciones y no tengan que echar en la
maleta el traje oscuro y la corbata de luto. Siempre he admirado
a los ministros por su capacidad de movimiento. La velocidad de
la luz va en tren carreta al lado de la velocidad ministerial.
Los ves por la mañana entrando al consejo de ministros, a
mediodía inaugurando algo en Cáceres, por la tarde dando una
conferencia en Zamora y por la noche cenando con los cuadros del
partido en Soria. A Javier Arenas, cuando era ministro de
Trabajo, se lo decía: "Javier, hijo, yo no sé los tomates
que cavas en el despacho, pero sólo con lo que haces en
público y sale por el telediario, te ganas cada día por lo
menos tres jornales..."
Y me siguen maravillando los ministros en los
días trágicos de este agosto que está superando al de 1947,
el de Manolete y la explosión de Cádiz. En un plis, plas, los
ministros se ponen de la playa en el funeral, del chalé en la
capilla ardiente. Estaban hace un momento en bañador, con la
raqueta de jugar al deporte oficial del PP, y ahora están con
el traje oscuro donde tienen que estar, en el momento en que
deben estar. Previsoras que son las mujeres de los ministros. Ni
Euskalbarómetro ni nada: las mujeres de los ministros.
Viéndolos en pleno agosto llegar desde la playa, y en perfecto
estado de revista y policía, con su traje oscuro y su corbata
negra, a la capilla ardiente de Bilbao, al funeral de Pamplona,
pondero el profundo conocimiento de la realidad de España de la
poco valorada figura de la mujer del ministro. Esas discretas y
sabias mujeres, que cuando la agencia Efe estaba distribuyendo
el habitual telegrama sobre dónde iban a pasar las vacaciones
los ministros, les dijeron: "Jaime, voy a tocar madera,
pero por si acaso yo te voy a echar en la maleta el traje
oscuro, una camisa blanca y una corbata negra..."
La libertad empezará el día en que las
mujeres de los ministros, cuando se vayan de vacaciones, pongan
en el equipaje lo que todo el mundo, y no les tengan que echar
la corbata negra de luto en la maleta.
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