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Todos
se preguntan quién le ha puesto "Lobo Negro" de mote
a la operación que montó Garzón para buscar los
compartimentos secretos en los mamparos y cuadernas de la ETA.
Para mí que ha sido Alberto Vázquez Figueroa. Tú le pones
"Lobo Negro" a una novela, y cincuenta mil ejemplares
vendidos en el primer mes, y puede que hasta una película con
Cortés, con José Luis Gómez y con protesta de los gitanitos
de la Unión Romaní por la imagen de la etnia.
Y al dar la noticia de este lobo blanco o lobo
negro, lo importante es que cace asesinos, muchos han proclamado
con letras así de gordas, aunque esté feo señalar, que
Garzón desarticulaba la ETA civil. Bingo. Bingo para ellos. Eso
es lo que quieren y logran cada día: que haga explosión en la
lengua castellana la bomba-lapa de su terminología. Decir que
Garzón ha trincado a la ETA civll es la mejor forma de
reconocer que existe también una ETA militar. Un ejército,
vamos, que está en guerra contra España, perdón, contra el
Estado Español. Hablar de la ETA civil y del gobierno de la ETA
es casi reconocer a una banda de asesinos poco menos que como
otro Estado, que es lo que quieren. Es una forma como otra
cualquiera de aceptar el grito espantoso de "Gora ETA
militarra". Militarra o civilarra o como se diga, se trata
lamentablemente del triunfo de los enemigos de la democracia en
la batalla del lenguaje.
No sé la batalla política, la batalla
policial, pero la batalla del lenguaje la tenemos perdida con la
ETA hace mucho tiempo. Empezando por el artículo. No ponerle
artículo determinado a la ETA es la mejor forma de legitimarla
subliminalmente. No decimos Mafia o Camorra, sino la
Mafia y la Camorra. Del mismo modo, llamarle la ETA ya es
una forma de incriminarla en la actitud del hablante. Hablante
que es, quizá, el locutor de un telediario de TVE, quien se
refiere tan tranquilamente de los violentos. No, mire
usted, señor locutor: de violentos, nada; asesinos, que no es
lo mismo. Y de lucha callejera, nada tampoco: quemar la
sucursal de un banco es terrorismo puro y duro. Las palabras las
carga el diablo. Hasta los apellidos los carga. Con la de
apellidos que hay, mira que llamarse Matanzas ese cómplice que
defiende a quienes las causan...
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