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Conforme
avanza este caos al que llaman vacas locas más me acuerdo de
aquel otro que fue el caso de la colza. A aquel ministro de
entonces hacen buenos los de ahora. A aquel que dijo a la Prensa
y a todas las emisoras que el causante era un bichito tan chico,
tan poca cosa, que lo pongo en esta mesa y es que si se cae, se
escoña. El puesto de Sancho Rof es tradición española. Suelen
todos los gobiernos que gobiernan la Moncloa tener, igual que en
el circo, un payaso de las tortas. Un Ministro Impermeable que
chaparrones soporta, más diluvios que Noé, más lluvias que
Labacolla. Y así el señor presidente es que, vamos, ni se
moja.
Fernando Morán un día fue quien cargó con la losa. Todos
los chistes de Lepe dijeron como su obra, mientras se iba de
rositas aquel del puño y la rosa con los asuntos tan graves del
Gal, Filesa y Macosa, del despacho de Mienmano y los muertos en
su fosa. Llegado Aznar al Gobierno, cumplió la pauta y la
norma, y nombra que nombraría, ¿a quién?, como sucesora en el
puesto de los chistes, de chascarrillos y bromas... Ya está,
dijo el presidente; para eso, una señora. Y la nombra de
ministra. Es la mujer de Arriola, fontanero acreditado en la
zapatilla rota de ese grifo que se sale y que está dando la
coña. Que es alcaldesa, le dicen, en Málaga cantaora. Que lo
está haciendo tan bien que hasta los rojos la votan. Que
Málaga está de dulce y las malagueñas locas con la señora
alcaldesa, que es berrenda en marujona. Replica José María, la
soberbia le devora: aunque fuera, rediviva, aun Victoria Kent,
no importa, a esa la hago yo ministra, salga el sol por
Badalona, porque me importa un cipote, un cipote de Archidona.
Y así empieza el tiroteo, el pim, pam, pum de esta hora. Con
Celia cuidando vacas, todo a Aznar un pito importa. No importa
que los soldados cogieran allá por Bosnia sus cánceres de
caballos por culpita de la OTAN y del uranio que había en las
balas y en las bombas. No importa que el Ecuador entero trabaje
en Lorca, teniendo menos papeles que una liebre corredora. No le
importa el culebrón del Supremo, vaya copla, donde Dolores de
Prado, de Liaño casta esposa, para uno de Polanco, ay, sigue
siendo la otra. No le importa al presidente el submarino que
ahoga con sus peligros de muerte ni que el Peñón sea colonia.
Maestro, cómo está el patio... Los problemas hacen cola. Nada
digo de la ETA, ni digo del coche-bomba. Ni digo de Zapatero, al
que le tiende una alfombra. Mientras Celia a tumba abierta
largue y largue por su boca, pontifique y aconseje, y sus
criterios exponga sobre el hueso del puchero y el Avecrem de la
sopa, sabe Aznar que en esta España no se habla de otra cosa. A
Celia le han dado cuerda sus queridas vacas locas. Esta ha
cogido el traspaso del bichito de la colza.
Sobre las vacas locas
en El RedCuadro
Las
vacas locas y los toros de Victorino
Las
vacas de Celia Villalobos
Qué asco, esos cadáveres de vacas en el telediario
Carmen
Sevilla, investigadora de vacas locas
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Biografía de Antonio Burgos
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