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Instrucciones
de uso de este artículo.- Tenga mucho cuidado con este
artículo. Tiene usted entre las manos un MER, un artículo que
es Material Específico de Riesgo. Riesgo sobre todo para el que
lo escribe, a quien pueden brear a cartas al director y a
tertuliazo. Digo MER con toda propiedad: estoy empezando a
escribir un artículo demoníaco, con rabo y cuernos, y sin
Badiola Superstar al fondo, que tiene más mérito. Y punto. Y
aparte, que empieza la leña.
Esto va de emigración. Pero al contrario de todo el mundo.
Esto es como una patera que fuera por el Estrecho a
contraflecha, desde Tarifa a Tánger. Porque ya sé para qué se
ha promulgado la Ley de Extranjería: para que no se cumpla. Yo
no sé cómo le han puesto a la firma al Rey una ley que se sabe
que no se puede cumplir. ¿Por qué? Por culpa del Domund.
Decimos orgullosos que estamos en una sociedad laica. No, hay
una nueva religión oficial del Estado, la verdadera fe de la
solidaridad, iglesia universal depositaria de todas las verdades
sociales, a la que como no pertenezcas, de patitas al infierno.
Y al igual que la católica celebra el Domund para las misiones,
la religión de la solidaridad viene celebrando el Domund civil
de la inmigración. En el Domund salíamos con una hucha en
forma de cabeza de negrito o de chino para que los misioneros se
fueran a tierra de misión a salvar almas. Ahora han traído las
misiones aquí. Toda España es, para los inmigrantes, tierra de
promisión, y para la demagogia de la Ley de Extranjería,
tierra de misión. En la huerta murciana o en El Ejido falta un
cura con una sotana blanca, porque nos lo presentan como
Molokai. Por el fervor de neoconversos de este Domund, resulta
que tenemos sin papeles 150.000 catecúmenos de la religión del
bienestar y los tenemos que bautizar. Igual que a San Francisco
Javier le dolía el brazo de tanto bautizar paganos, quieren que
a Jaime Mayor Oreja le duela la mano de firmar expedientes de
regularización de los infieles que están en el purgatorio,
esperando que les abramos las puertas del cuelo.
Me gustaría que fuéramos tan descreídos como en Estados
Unidos o en Suiza, donde, como no creen en el dios de la
solidaridad, no hay Domund que valga. Si tienes contrato de
trabajo y permiso de residencia te quedas y si no, lo siento
mucho, hijo, Puerta, Camino y Mondeño. Nada, aquí, como nos
sobra el dinero, somos más avanzados que las sociedades más
avanzadas. Damos posada a todos los peregrinos, y médico, y
botica, y escuela. Exactamente igual que en Estados Unidos o en
Suiza... mire cómo se me queda el dedo. Claro que en cuanto a
promulgar leyes para no cumplirlas, no sé de qué me extraño.
Ahí está el Código Penal y la tipificación apología del
terrorismo y allá los lábaros de la ETA formando parte del
paisaje de la Tamborrada
de San Sebastián sin que pase nada...
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Biografía de Antonio Burgos
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