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En
las habituales, cíclicas y apocalípticas informaciones sobre
el agujero de ozono, decían el otro que como Hemingway
reviviera se iba a llevar un gran disgusto y que se iba a quedar
sin título para una novela, porque las nieves del Kilimanjaro
habían empezado a dejar de ser perpetuas. No sé qué
explicación han dado los científicos, el Badiola de turno,
pero para mí que no hay nieve en el Kilimanjaro porque toda la
nieve nos la hemos traído estos días a España. A la Semana
Blanca de los escolares de España, esas vacaciones a las que
parece que les ha puesto nombre El Corte Inglés. Oyes lo de la
Semana Blanca y te crees que está en oferta la ropa de cama y
que han rebajado muchísimo las toallas. O te crees lo otro, que
como a los escolares les dan una semana de vacaciones de
bóbilis, bóbilis en pleno segundo trimestre y le ponen ese
nombre a la rabona oficial y colectiva, pues será para que se
vayan a esquiar. Oyes lo de la Semana Blanca y te crees que
todas las nieves perpetuas del Kilimanjaro, del Montblanc, del
Himalaya están aquí, cuando en muchos pueblos con Semana
Blanca en el Instituto no conocen más hielo que el de la
máquina vendedora de cubitos que hay en la gasolinera de la
entrada, donde ahora el alcalde ha hecho la glorieta, porque
estuvo en Madrid y dijo que aquí no íbamos a ser menos que en
ninguna parte.
¿Habrá nieve en Suiza? Pues en Suiza no hay Semana Blanca.
¿Habrá nieve en los Alpes franceses? Pues en los Alpes
franceses no hay Semana Blanca. ¿Quién inventó esto de la
Semana Blanca? Yo creo que el mismo que se sacó de la manga la
ESO. Debió de ser el mismo que inventó el modo de estudiar
nuestra Historia, a saltos de cigarrón, sin saber dónde se va
a caer, de las relaciones de producción en el Paleolítico
Superior pasamos a la mentalidad dominante en la burguesía
urbana en tiempos de la Ilustración (o de La Vaguada) y, hala,
ya sabe el niño toda la Historia que hay que saber. Y como
estos planes de estudio son tan completos y están tan bien
aprovechados los tiempos docentes, pues hay que dar a los chicos
una semanita de descanso. No importa que en España el curso
comience más tarde que en ningún lugar del mundo, ni que la
Navidad tenga las vacaciones más largas del orbe, ni que el
tercer trimestre, entre Semana Santa y puentes del Primero de
Mayo se quede en unas cuantas semanas. Tenemos unos planes de
estudio tan perfectos que se merecen un descanso tanto los
discentes como los docentes, un paroncito, un alivio, que en
todos los trabajos se fuma. Y así surgió de alguna mente
preclara la Semana Blanca.
Esto sí que es Carnaval. No hablo de caretas, de disfraces y
de papelillos y serpentinas. Me refiero al Carnaval de la
enseñanza. Lo tenemos negro por muchas semanas blancas que le
pongamos.
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Biografía de Antonio Burgos
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