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Con
el fútbol nos ha pasado como con la copla,
como con los toros.
Nos creíamos que eran señas de identidad del pan y del circo
de la dictadura. Que Santiago Bernabeu era Franco con unas
cuantas copas, de Europa, naturalmente. Que El
Cordobés le decía a su hermana que si no conseguía parar con su salto de
la rana en la TVE de Arias Salgado la manifestación
convocada por el PCE para el 1º de Mayo, llevaría luto por
él. Que Rafael
de León escribía coplas para Doña Concha Piquer sobre
Lirios y Parralas como don Pedro Gómez Aparicio redactaba
editoriales para Radio Nacional sobre el Contubernio de Munich.
Estábamos completamente equivocados. Tan equivocados, que
con una democracia puesta de largo, nunca hemos oído tantas
coplas, nunca hemos visto tantas corridas de toros, nunca ha
habido tanto fútbol. Ni a soñar que me hubiera echado cuando
mi amigo Carlos
Cano me cantó en casa una "María la Portuguesa"
que acababa de componer hubiera creído que su muerte, ay,
habría de tener mayor repercusión mediática que la de la
Piquer. Cuando mi padre me llevaba a la plaza de Jerez para la
novillada de un Cordobés que, a lo Belmonte,
decía El Pipo que había que darse prisa en verlo antes de que
lo matara un toro, no podía imaginarme que mi sobrina Pilar
habría de seguir con veneración de forofa a El Juli y no a
Ricky Martin. Ni que aquel de Betis
de Portu, Vilariño y Cifuentes, el que había perdido la guerra
civil más que nadie con Peral, Areso y Aedo, del que hablaba La
Pirenaica como el equipo de los pobres y de los trabajadores,
iba a llegar un día a pagar miles de millones de pesetas por
Denilson.
Y no sólo pienso eso, sino que mi deseo utópico, como una
copla de la Piquer cantada por Carlos Cano, sería que toda
España fuera fútbol. Ahí sí que no hay problemas de
indigestiones de fueros históricos, ni curas arrepentidos que
nos fastidien esta fiesta nacional. El fútbol es libertad. Para
que el Real Madrid le gane a la Real Sociedad, un poner,
Florentino Pérez no tiene que empeñar su honor, como Jaime
Mayor Oreja lo tiene en el Monte de Piedad o en la Kutxa.
Figo es la mejor concertación social. Guardiola no dice ninguna
inconveniencia sobre los negritos de Marta Ferrusola o las
sevillanas de Heriberto Barrera. No hay más submarino amarillo
que el Cádiz
C.F. La única violencia es darse bofetadas por conseguir una
entrada en la reventa de Internet. Una maravilla. En el fútbol
sí que España va bien. Y más maravilla todavía cuando juega
la selección, sacamos la bandera constitucional y nadie dice
que contra Inglaterra se enfrenta el Estado Español, sino
sencillamente España. Así que ¡viva el fútbol! Esta sí que
es nuestra Fiesta Nacional. Y si quieres, Ortega
Cano, te lo digo en latín de
Conferencia Episcopal, para que lo cantes con Rocío: Vere
vernacula Hispaniae festa ludus pilae est... Porque esto
sí que lo firma
hasta la Conferencia Episcopal.
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artículos en la web de El Mundo
Biografía de Antonio Burgos
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